Del
actual drama que padece el sur europeo, salta a la vista la inexistencia
de élites capaces de enfrentar al amo teutón, sus patrocinadores y
aliados, desde posiciones aguerridas.
Un vistazo a los países más
afectados por la moneda asimétrica, nos revelan males incubados en al
pasado inmediato. Industrias débiles, captación de créditos inadecuados a
las reales posibilidades económicas por
prestamistas voraces y desalmados, y sistemas políticos retrógrados
contaminados por altas tasas de corrupción, vinculados a la hegemonía
clientelar de núcleos políticos inmovilistas, y sociedades civiles
remitidas al sufragio pasivo.
La implosión de la Democracia
Cristiana, socialistas y comunistas en Italia fue un anticipo de lo que
traería el viento de la Historia. En principio trajo a Berlusconi.
Ahora, no es posible adivinarlo. Grecia, Portugal e Irlanda viven
transtornos equivalentes a los que hoy padecemos en España, con el
agregado en nuestro caso, del peor Gobierno sufrido desde el franquismo y
la mayor cifra de paro en el mundo occidental.
En la previa etapa
se mencionan las bondades de modernización que trajo el ingreso de
España a la CEE y la OTAN, sin referir que las cuotas agricolas
comunitarias devastaron nuestros frutos de la tierra y un clima
extraordinario. Bienes naturales remitidos al turismo, no precisamente a
la industria agroalimentaria. La creciente dependencia externa, ya
visible en los años ´90, se extendió al crédito a espuertas, la Ley del
Suelo y su secuencia inmobiliaria; la fatídica "burbuja".
Hoy, la
dependencia del Euro y su alto coste financiero, con una deuda pública y
privada que pronto igualará al PBI anual, continúa siendo implementada
por el sector más retrógrado de la política y la economía local: El PP,
servidor de los grandes bancos y monopolios, la Iglesia y todo aquello
que comporta la oligarquía española, sus símbolos y tradiciones. El
PSOE, vieja agencia de la Socialdemocracia alemana, responde a dichos
principios, fingiendo no hacerlo con muy poca fortuna.
La emergencia
de franjas civiles de esta sociedad, hasta ayer adormecida en el
consumo y el endeudamiento, no alcanza para defender el antiguo Estado
del Bienestar, en las áreas de salud o educación, ni en el sosten de los
derechos sociales y democráticos, ganados durante tres décadas.
El calamitoso Rajoy y sus tibios opositores carecen de alternativa, pese
al casi absoluto descrédito ciudadano del Presidente, su Gobierno y la
formación filofranquista de la que han brotado: la más mafiosa y
antidemocrática en la España de hoy, con decenas de imputados en casos
de corrupción, nuevos que van saliendo a luz, y la Espada de Damocles
del ex Tesorero Luís Bárcenas pendiendo sobre las malas cabezas de altas
instancias.
En el presente, mal preparada para abordar con éxito la
Globalización y sin líderes con capacidad de golpear la mesa en
Bruselas a la vista, Europa aparece partida en dos mitades: Norte
hegemónico y Sur dependiente. Sumando además, polos de riqueza y pobreza
abrumadores, a ambos lados del trazado social limítrofe.
Al igual
que en la Gran Depresión de los años ´30, la resignación final, o el
exilio de muchos jóvenes griegos, portugueses, irlandeses, italianos o
españoles, despuntan como soluciones inmediatas.
Sólo cabría la
tercera y mejor de todas, si la capacidad de organizar un vasto Frente
Social que disputase el poder político a los decadentes partidos de esta
democracia devaluada, enfrentase el viejo estado de las cosas, hoy
vigente, desde cada uno de los territorios que actualmente marchan, de
no mediar esta vigorosa reacción, camino de la esclavitud.
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