Que le hayan premiado en la España de hoy no
es índice de buena conducta. Lanata y su ego mueven ríos de tinta en la República Argentina. Aquí se lo recibió con los brazos abiertos porque Cristina
Fernández es una mala palabra, para el poder y la oposición.
En medio de la brutal crisis que padecemos, gobernados por una corrupta
pandilla de monstruos y sin perspectivas inmediatas de quitarnos de
encima el muerto, muchos consideran equiparar aquél estado de cosas con
éste, y pese a los fallos de origen y conducta que pueda exhibir el Gobierno Argentino, no
es verdad. Pero Lanata hace lo posible para que lo parezca y, mientras
destruye puntualmente su propio organismo, con esa vocación suicida que
le caracterizan el cuerpo y el alma, continúa el derrotero a ninguna
parte. Lejos quedó el periodista que denunciaba las lacras del
menemismo, fundando un periódico independiente, que ya no lo es. Aunque
tampoco lo es él, atado a principios de ocasión. Por más dispersa que
parezca la oposición al gobierno argentino, los Macri, Clarín, La
Nación, Carrió, la derecha peronista y los gorilas de toda la vida
tienen en Jorge Lanata un autorizado vocero, pese a los harapos que
disfraza el uniforme del éxito mediático y el pseudo leguaje sociológico que administra el personaje.
También, recordemos, fue exitoso por más de treinta años Bernardo
Neustadt, su antecedente histórico más relevante vendiendo lo que muchos
desean consumir, en cada momento de la vieja Historia.
sábado, 11 de mayo de 2013
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