El
caso no puede ser más patético. Un país de acreditada paranoia, que ha
causado las dos guerras más destructoras del planeta en el siglo XX,
pretende enseñarnos en el XXI, lo que son el crecimiento y la disciplina
fiscal, a los pobres europeos de mierda. Eso mismo piensan que somos,
basándose en nuestros políticos y gobernantes, desde luego, no en el
pueblo llano. Encima, durante quince
largos años les hemos bancado, sin contraprestaciones ni exigencias la
unificación alemana. Por último, cabe señalar que los grandes deudores
podemos acojonar a los grandes acreedores. España, a pesar de lo que sugieren Zapatero,
Rajoy y Rubalcaba, o los Díaz Ferrán, es un gran país.
Si amenazamos con salir del euro,
se terminan estos juegos sanguinarios con nosotros y nuestros aliados
naturales, los hermanos de la Europa del sur. Para ello, hay que acabar
con los corruptos sirvientes de la usura y la depredación interior. Una
guerra, y ésta lo es a tenor de sus millones de víctimas, se gana con
líderes aguerridos, no con bufones depredadores y sangrientos
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