Hay
argentinos residentes aquí, me refiero a algunos intelectuales y
escritores, que sostienen la responsabilidad de buena parte de los
ciudadanos de entonces, como valedores subsidiarios de la dictadura que
tuvo en Videla uno de sus tiranos colegiados, entre 1976/82.
Sería lo mismo que culpar a todos los votantes de Rajoy, por la existencia de este Gobierno parafascista en España.
Los males de una tiranía o gobiernos defectuosos, se explican, a
menudo, por los acontecimientos que a ellos condujeron. El desastre
económico, político y social de Isabel Perón en el poder, fue parte del
fracaso peronista, y el de Perón mismo en su breve presidencia del
tercer turno. A ello se sumaban las guerrillas terroristas de
Montoneros y el ERP, lideradas por gente sin escrúpulos como Firmenich, o
perturbados al estilo de Santucho.
Muchos argentinos desearon que
las Fuerzas Armadas terminasen con aquél estado de cosas. No integré el
sector, desde luego. Pero entiendo a una parte de quienes la deseaban.
Ellos no pudieron imaginar lo que se les venía encima en materia
económica, social y política.
En aquellos días, los partidos
políticos y los sindicatos peronistas carecían de programas avanzados y
líderes con prestigio. El sólo hecho de haber añorado a un anciano
protagonista de tiempos algo más felices, integraba un cuadro paralelo.
En la Argentina de los iniciales ´70, muchos jóvenes deseaban un país
más justo; aunque sin encabezar soluciones equilibradas y renovadoras.
El grueso confió en Perón y los Montoneros, o ambas cosas a la vez. Pero
ni el viejo líder podía volver al pasado, ni los jóvenes podían
conquistar a la clase media nacional -indispensable para consolidar una
nación próspera-, con fórmulas socializantes. De ello, a sindicar la
brutal dictadura militar posterior como fruto de la voluntad
mayoritaria de sus ciudadanos, me parece un disparate tan grande, como
hacerlo con los votantes del PP en las últimas elecciones españolas.
Muchos se estarán arrepintiendo tanto de haberlo hecho (y así lo
indican las encuestas), como los que en el gran país austral desearon el
derrocamiento de la viuda de Perón a manos de los militares de
entonces.
Es probable que en forma inmediata, la mayoría hayan
resistido asumir las realidades criminales de aquella voluntad,
manifiesta en la insensata invasión de las Islas Malvinas y la masacre
británica de soldados conscriptos, comandados por cobardes represores.
Sin embargo terminaron haciéndolo, en un largo camino que empezó tras la
hora cero del golpe de Estado; factor que luego abrió otro de signo
opuesto, encabezado tempranamente por las heroicas Madres de Plaza de Mayo, hacia la democracia en la Argentina.
En España, el voto
masivo al corrupto Partido de Rajoy & compañía fue un legado de la política capitulante del PSOE, estimulado sin duda , por las falsas promesas del PP.
El Ejército argentino de 1976 prometió acabar con
los males del país, y no paró de ahondarlos, derramando sangre, miseria y
dolor al cuerpo social.
Los ciudadanos más lúcidos y muchos
trabajadores no les creyeron. Tampoco aquí al señor Rajoy, en otra
cincunstancia de curso legal, aunque manifiestamente inmoral y, por ende
antidemocrática en su trasfondo.
De ahí, a escarnecer globalmente a
los argentinos de 1976 y los españoles del 2012, media un trecho
enorme. A menudo nos equivocamos. La naturaleza humana está sujeta al
error constante; aunque también a las leyes de la experiencia y la
superación. La misma, pasa muy a menudo por negar enfáticamente lo que
antes se apreciaba. Pero ello no debe sorprendernos, y mucho menos
indignarnos. Aunque desde la cultura y la reflexión obremos
providenciando otra actitud, antes, durante y después de las catástrofes.
No es por ello casual, el que hoy día la República Argentina sea la tierra dónde la Memoria Histórica se aplica en el esclarecimiento de los crímenes de lesa humanidad de la pasada dictadura, juzgando a los asesinos de 30.000 personas y secuestradores de bebés, arrancados a las embarazadas presas, y asesinadas en la mayoría de los casos, revela la hondura del cambio de rumbo, y la consolidación plena de la cultura que garantiza los Derechos humanos.
No es por ello casual, el que hoy día la República Argentina sea la tierra dónde la Memoria Histórica se aplica en el esclarecimiento de los crímenes de lesa humanidad de la pasada dictadura, juzgando a los asesinos de 30.000 personas y secuestradores de bebés, arrancados a las embarazadas presas, y asesinadas en la mayoría de los casos, revela la hondura del cambio de rumbo, y la consolidación plena de la cultura que garantiza los Derechos humanos.
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