John Holloway
Las reflexiones de Holloway son de máximo interés, enriqueciendo un debate que muchos esquivan, o no encaran correctamente. Creo que la clave de toda esta polémica, radica en compatibilizar la iniciativa privada con un sendero menos demoledor que el actual, y más abierto a las necesidades colectivas.
Cómo armonizar un factor de progreso como la iniciativa individual, con la justicia social y los derechos ciudadanos al bienestar educativo, sanitario y salarial? La deriva capitalista de estos días lo desvela poco posible. hemos autorizado durante demasiado tiempo las iniciativas antisociales más perniciosas Pese a que en las últimas décadas la población mundial se expandió extraordinariamente, miles de millones de seres humanos sobreviven actualmente en precario, mientras los recursos naturales se degradan intensamente, y con ello los cauces que sigue la siniestra iniciativa individual en materia financiera, proyectados al beneficio más egoísta posible de sus núcleos compactos.
La ecuación de trabajar para vivir se ha invertido, de forma tal que hoy se vive para trabajar hasta morir.Por esa razón y no por una presunta longevidad, se intentan eliminar las pensiones en varios países de Occidente. El dilema que se nos presenta ante la extrema gravedad de las medidas que se adoptan en los EEUU y Europa, es marchar a una destrucción de fuerzas productivas más intensa e insoportable, o reformar en lo inmediato aquello que se pueda, paliando la desdicha colectiva que presenta el cuadro actual, para después avanzar hacia reformas más extendidas. El refuerzo del Estado en esta dirección es imprescindible. Pero no puede cristalizar sin una ruta de navegación contraria a la presente, ni líderes carentes del talante reformista necesario.Con los actuales se practica el soborno. Halloway acudió al encuentro del EZLN y no al de cerebros notables, eligiendo el terreno propicio para ser abonado con ideas de reforma avanzada. América Latina y no la Europa actual parecen prestarse a ello, y la realidad de los últimos años convalida la presunción, no realizada justamente en México hoy, aunque perviva hace ya varias décadas contra viento y marea, un pequeño embrión de cambio colectivo como el movimiento zapatista en las selvas de Lacandona, y áreas que la oligarquía mexicana o el narcotráfico no controlan.
Lo que parece indispensable, no es abolir la iniciativa privada en general, sino aquella que, en particular no estimule la equidad social ni promueva el bien común, partiendo de nociones de desarrollo productivo y no parasitario muy claras. Actualmente, la acumulación de medios materiales en pocas manos ha permitido su blindaje, a través de un tejido letal nutrido por alianzas y complicidades de formato planetario, transformado el esfuerzo humano en mero plusvalor ganancial. Quebrar el blindaje de la trama llevará tiempo, sufrimiento, perdidas y mucho dolor, pero menores si se compara con la supervivencia futura de ese monstruo que supimos edificar. El ejemplo autodestructivo de un continente que fue cuna de la civilización, pasible hoy de convertirse en tumba, tal como vamos (Grecia y España son ejemplos paradigmáticos de ello), no deja sombra de dudas sobre lo que hay que hacer, por las buenas o las malas, a cambio de no sucumbir. La vida es demasiado bella para malgastarla, obedeciendo ciegos, sordos y mudos al capital en cualquiera de sus fases.
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