Es cosa probada que los cubanos no pasan hambrunas, que su sanidad y servicios sociales son modélicos y la educación primaria y universitaria registran bonanza. Pero no sólo de pan, salud y e instrucción vive el hombre. Los Castro y su aparato burocrático asfixian algo que es tan vital como la libertad política y la iniciativa económica. No estamos hechos tan solo para comer, trabajar, dormir, y mucho menos obedecer como ciegos a los tuertos de toda la vida. Lo penúltimo y crucial, es lo que desea el pueblo cubano sin la insoportable tutela de quienes se sirven de él, en lugar de servirlo.
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