Siguen manando fango, heces y veneno las acciones del gobierno Español. Al nombramiento del descarado fascista Rafael Hernando como portavoz parlamentario, se agregan toda clase de verbalizaciones temerarias y fantaseosas sobre una inexistente salida de una crisis que los factores de poder han profundizado hasta extremos de crueldad grotescos. Creer que las elecciones van a resolver este desastre, y que sus responsables van a tolerarlo mansamente es sembrar frustrantes ilusiones. Leyes represivas incesantes refrendan permanentes desahucios, sin derechos constitucionales que son papel mojado, junto a mayores cotas de explotación laboral. A todo esto le llaman democracia.
La democracia tampoco consiste en atacar al gobierno mafioso, sus cabezas, cómplices y patrocinadores, sin pisar la cárcel. Significa mucho más. Las víctimas incesantes del sistema han extraviado sus derechos al trabajo, la atención social, el techo, y un futuro sin pobreza. Este grave cuadro de estafa, latrocinio, violencia y mentiras, ya afecta a más del 35% de los ciudadanos, convertidos en parias o mendigos.
Sin equidad social, la democracia es una quimera en el país hoy más desigual de Europa. El verdadero drama tiene formato político y cultural. Su consecuencia, desvela una clase dirigente miserable y corrupta, complementada por empresarios y corporaciones de igual tenor, que aún cuentan con una importante base social sedimentada por el franquismo, y la farsa "prospera" de los años que le siguieron.
Sin radicalización verdadera no habrá cambio alguno, sino más represión, abierta o disfrazada. El paneuropeísmo de la UE, hegemonizado por el Cuarto Reich y su BCE, junto al FMI, el Banco Mundial y Washington, galvanizan este tenebroso experimento depredador de las clases populares, en beneficio de la superclase mundial, poniendo Europa y a uno de sus territorios políticamente más rezagados a sus pies. Los tiempos sombríos no han finalizado. Recién comienzan, y para combatirlos no bastan las luces de la razón. Hay que moverse para remover todo esto hasta convertirlo en escombros, edificando otra Europa, y una España diferente a esta ratonera, llena de hombres y mujeres dignos, a los que nadie pueda pisotear sus derechos sin ser castigado.
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