Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

martes, 4 de octubre de 2016

CULTURA Y CENSURA EN EL ESTADO ESPAÑOL.


El que España sea un emporio censor, señala raíces culturales defectuosas, ahondadas en el tiempo por cuarenta años de represión y aislamiento a manos del fascismo, y casi cuarenta más de prohibiciones tácitas, aceptadas como normativa social por su población como barreras infranqueables.La llamada Transición Democrática prolongó los defectos congénitos de la derrota del 39, sumándole relaciones sociales hipócritas, sometidas a una previa censura en las conciencias de sus habitantes. La pobreza aldeana del lenguaje de calle, devino afirmada por los medios y su creciente potencia, al campo literario y conceptual.Si durante el franquismo, los diálogos escaseaban en los hogares por fuerza mayor, luego la educación memorista obviando segmentos importantes de la Historia Moderna y Contemporánea, en especial, aquellos que afectaban las bases y símbolos de un régimen escasamente democrático, lastraron a nuevas generaciones, mediante programas cambiantes y generalmente abstrusos. El voto aborregado, beneficiando al partido de la izquierda suave y el de la ultraderecha franquista, coronó esta ausencia cultural, fabricando políticos acomodaticios y fáciles de corromper. Dependiente del turismo, la base económica hizo el resto al carecer de industria puntera y un agro que fue próspero, hasta el ingreso del país en la Unión Europea y sus cuotas de producción. El boom del ladrillo, soportado en crédito barato, terminó desvaneciéndose, refrendado por la corrupción empresarial y la descomposición política en los partidos y sus ayuntamientos. La unificación alemana selló con una gran deuda soberana este déficit, transformando el Estado Español en un modelo de vasallaje rendido al neoliberalismo del Cuarto Reich y sus bancos. La frustración, acompañada de un paro y precarización laboral brutales, del que tanto el PP como el PSOE son responsables, por acción u omisión cómplice, resumen el cuadro actual de una cultura que no produjo sino talentos analíticos, literarios y conceptuales adaptados a formas de censura previa. Cuando no se aprenden cosas nuevas, el grueso del estamento cultural vive de lo viejo, rechazando numantinamente cualquier innovación.Si gente como Javier Pérez Reverte, María Dueñas, Idelfonso Falcones o Javier Cercas cuentan con estimable cantidad de lectores, no sólo el factor obedece a la propaganda de "El país" o "ABC", entre muchas otras basuras, sino a esta penosa circunstancia censora y autocensora. Muchos lectores se identifican con ellos en la visión del mundo y las cosas. El fenómeno equivale a una castración emocional y cultural nefasta, que redondea el atraso nacional, prolongando la antigua decrepitud, de tiempos inmóviles, sujetos a cierto blindaje, a fuerza de autocensura. La coraza antilibertaria, ya oxidada, continúa boyante. A punto tal que, este autor es censurado o ninguneado en los medios virtuales de izquierda. 
El brillante y fallecido Víctor Alba escribió un interesante libro, titulado: "Todos somos hijos de Franco", editado por "Planeta" en otro momento. El ensayo debiera ser rescatado y aprehendido por nuestros leves izquierdistas de hoy, a quienes cabe la reflexión. En lo personal, ya lo dije, abandoné el país, al que sólo agradezco mi crecimiento cultural por mérito de mi esfuerzo constante. Debí seleccionar los medios a mi disposición, ganados con trabajo, y leídos vorazmente durante estos años grises que, no obstante ello, autorizaron mi encuentro frontal y superador con la reflexión y las artes literarias.

No hay comentarios: