Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 15 de octubre de 2016

CADÁVERES DEL PASADO Y EL PRESENTE

Susana, la Parda del PSOE, proyecta en casi todas sus fotos la sonrisa caballar que le conocemos desde siempre.Su noción del funcionariado se la brindó con creces, disfrazando un instinto canibal lleno de víctimas propiciatorias. Parece mentira que una mujer tan falsa, bruta y trepadora, pueda gustar a tanta gente de sus alrededores. El dudoso encanto que despliega la Sultana de pacotilla, empareja tantos con el actual Felipe González Márquez, muy distante del pasado y su sonrisa de entonces, cuando la ambición de poder y riqueza no lo había devorado aún. El nexo entre actuales coincidencias de dos liderazgos que separa el tiempo y une la actualidad, es un partido exhausto, que ya no da más de sí, fabricando espantajos de un solo tenor, penoso y decadente, en este pobre país, arruinado y vasallo.
La coherencia de Pedro Sánchez es inexistente, de ahí su muerte política. Ha mentido y timado constantemente a los suyos pensando en los votos, insistiendo en presentar a la turba falangista de Rivera como partícipe del “cambio transversal”. Su efímero momento de gloria lo vivió en el cara a cara con Rajoy. Luego, él y su infumable equipo no pararon de mentir, culpando a Podemos de sus investiduras fallidas. No es que Iglesias, Errejón y compañía no las acreditasen sobradamente, clamando por un frente social al PSOE, sin desnudar su verdadera entraña. Ahora, una vez caídas las máscaras, Unidos Podemos intentará agenciarse de votos que ya no serán socialistas. En una muestra de funambulismo esperpéntico, Iglesias se izquierdiza nuevamente sin romper con el pequeño discípulo del finado Laclau, mientras el PSOE, erre que erre, intenta ungir a Rajoy en medio de aullidos agónicos y aromas cadavéricos. Mientras, en la tierra que una vez fue cuna de la civilización, Syriza ve desplomarse su reelección.Las capitulaciones se pagan puntualmente en España y donde sea. A iglesias y su partida de profesores no les consta todavía, pero la peste del descrédito y la indiferencia castigará sus carnes, como la lepra en la Antigüedad.

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