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sábado, 6 de marzo de 2010

EL PODER PERONISTA: UN NUEVO JAQUE A LA DAMA.






En la columna y por orden de aparición. 1) Una sentida imagen rescatada para la memoria que habla por sí sola. La Dama del primer Perón permanecerá cómo símbolo en adelante. 2) La segunda Dama del difunto Líder junto al mucamo asesino en sus breves jornadas de poder. 3) Cristina Fernández, Dama de otro Líder clientelar y fugaz, sentenciada por la escasez de votos y el acoso de los dos restantes poderes.

El mal fario persigue al peronismo en el poder. A Evita la devoró un cáncer que fue desarrollándose a medida que el marido encontraba serias dificultades para mantener en pié el andamiaje justicialista. El fallido golpe del General Menéndez fue la piedra de toque señalando un creciente descontento en las FFAA. El deceso de su mano izquierda, precedido por su fallida candidatura vicepresidencial presagiaba un sombrío futuro. Perón fue derrocado tres años después; sin embargo la leyenda de su muerta número dos (la primera era Aurelia Tizón, en 1938) permaneció viva, superando la suya propia.

Tras su retorno, breve, convulso y agravado por la ancianidad, dejó a su Dama póstuma en el poder, con el tenebroso mucamo de "yapa". María Estela Martínez Cartas (aka "Isabelita") daba menos aceite que una piedra. Los militares más salvajes desde la Conquista del Desierto y la represión de las huelgas patagónicas, dieron cuenta de su penoso mandato, rematando a sangre y fuego una era de terror, ya inaugurada por el propio Perón a través de José López Rega y las Tres A.

Desde luego, su pésima gestión de los asuntos de Estado no dejó otra obra ni legado que el del mal recuerdo.

La tercera Dama del tablero de poder en la Argentina es Cristina Fernández de Kirchner. Buen aprendiz de brujo, el marido se valió de su mujer procurando consolidar el poder ganado en la previa gestión. En los tres periodos la corrupción fue un hecho cierto. La "Fundación" de Evita manejaba fondos discrecionalmente sin control oficial alguno. Si bien su obra social fue indiscutible y a su persona no la manchan sombras de sospecha, si se desarrolló en el gobierno del marido; acentuándose tras su prematura muerte.

No era por cierto el peronismo iniciador del entramado. Los gobiernos conservadores -mucho antes, y después del interregno democrático de la UCR con Yrigoyen y Alvear- fueron pródigos en corruptelas. La dictadura populista las prolongó, extendiéndola al campo sindical y empresarial. El Perón del exilio tampoco se cortó, a la hora de cambiar votos por dólares con el dúo Frondizi-Frigerio en 1958. Su forzado retorno en 1973 no era el del ´45. El joven coronel de entonces rezumaba ideales de justicia; el Teniente General, retornado tras 18 años de exilio era un personaje adaptado a los nuevos vientos de la política criolla y la celosa vigilia militar.

El período "Isabelino" ahondó el sendero. Lo que pasó después involucró a unas FFAA deseosas de intervenir barriendo el patio y segando de paso la industria liviana. La nueva dictadura intensificó la corrupción en todas las esferas, incorporando a su rueda dentada muchos altos oficiales, asiosos por enriquecerse negociando y saqueando por doquier desde organismos estatales y comandos.

Una vez derrotadas por su criminalidad e insensatez los tiranos, la democracia de Alfonsín intentó enderezar el manejo de los asuntos públicos; Menem volvió a descalabrarlo gravemente durante los siguientes diez años.

La gestión Frentista de de La Rúa precipitó el desastre, con las secuelas del "Corralito" y la posterior "Pesificación", reduciendo en un tercio los ingresos populares. Desde el 2003 el matrimonio Kircher reequilibró parcialmente el cuadro económico mientras quintuplicaba su ya abultada fortuna.

Con la Dama clientelar en el poder y su consorte arrimándole el ascua, el peronismo continúa la vieja tradición de uso y abuso en la política con fines dinerarios.

Tendrá ovarios la señora para criticar al Imperio del Norte y su nuevo servidor respecto a la política interamericana que profesan la Casa Blanca y el Pantágono; pero carece de virtud en este otro campo. Sus constantes arremetidas contra la oposición y sus jaques congresuales, el azuzamiento permanente de los medios críticos con su gestión y las maniobras tramposas empleadas para echar mano de las divisas enfrentando a las cámaras y a miembros Poder Judicial, apenas le permiten sobrevivir algunos telediarios.

El problema de fondo; lo saben ellos y la mayoría de los ciudadanos, es la naturaleza corrupta en el ejercicio de este doble mandato. Eso está grabado a fuego en el inconsciente colectivo y aunque algunos se llamen a engaño, es irreversible. El permanente ocultamiento de cifras e índices contrastados en muchos apartados, el manejo discrecional de fondos públicos mangoneando jefaturas provinciales o alcaldías, y la arrogancia tribal con la que despacha a sus rivales desde hace siete años remacha el clavo.

Cuando en España los dos últimos gobiernos de Felipe González destilaban corruptelas por todas las costuras, la sucesión del Partido Popular con un joven José María Aznar a la cabeza estaba cantada. El drama austral se hace más complejo por la ausencia de una oposición cohesionada y líderes con el prestigio necesario. Ello prolonga la agonía de este Gobierno, en aprietos económicos por valor de 50.000 millones, y con una credibilidad pública bajo mínimos históricos.

La última movida de la póstuma Dama en el tablero neopopulista, precipita un nuevo jaque mate en el que no intervienen la muerte ni los militares. Esta vez el fracaso es político y tendrá, creo, ulteriores consecuencias penales.

Éso, si el honorable Congreso de la Nación no resuelve antes removerla del cargo, como autoriza en casos extremos la propia Ley Fundamental.

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