Lo que se echa en falta, son los pensadores y escritores independientes. Cuando veo a gente que se dice de izquierda, asegurando acreditar una postura social, y los veo conciliar en los medios con mercaderes vestidos de periodistas, no puedo sino reflexionar sobre las consecuencias nefastas que conllevan tales posturas. En Argentina (que no atraviesa justamente por una situación como la nuestra) advierto otro tanto. Los opositores izquierdistas del Gobierno se apoltronan en los sillones del gorilaje.
El valor de una sola pieza escasea en todas partes. Hablo de los espíritus críticos e inconformistas, que saben distinguir la paja del trigo y el caballo de un camello.
Lo más fácil y cómodo del mundo es ser un oportunista, no el azote de tirios y trayanos. Eso conduce a la soledad y en parte al desarraigo, pero sólo, señoras y señores, de cualquier territorio empantanado, en el que un alma libre no se sentirá como en su casa. Digamos, para localizar la vivienda espiritual de un crítico que evalúa al prójimo y a sí mismo según la higiene de su consciencia, que la suya es ambulante. Una suerte de remolque de tracción a sangre. La que bombea con fuerza su corazón y moviliza su voluntad de pensar y actuar con absoluta independencia.
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