Las editoriales españolas no imprimen buenos
libros de cine. Me refiero a los escritos con inspiración. Pero esta
ausencia se traslada a otros géneros menos inscritos en un ghetto. La
inspiración siempre fue una rara gema en todos los apartados de la
literatura y el arte. En realidad no habría grandes escritores de no abundar en cualquier oficio de letra impresa una abrumadora pequeñez. Los viejos editores de este desquiciado
territorio, parcela europea hoy en crisis, hace tiempo abandonaron su estimación. En la actualidad, los Herralde, Beatriz de Moura y sucedeaneos, no distinguen el
caballo del camello. Las causas son
diversas. Entre ellas cuenta el vigoroso desarrollo de la imagen
multimedia, de fácil digestión.
Sin embargo, también esto requiere ingentes cuotas de
inspiración. Sin calidad no hay mensaje que permanezca vivo.Volvemos tan luego al punto crucial del asunto: la escasez;
aunque también un abrumador adocenamiento conduzca a la molicie, Unido al
dejarse arrastrar por lo común y corriente. Es decir, lo que se digiere y vende
fácilmente, permitiendo amortizar costes y tal vez fabricar súperventas. La realidad actual, con seis
millones de parados resta lectores, sin duda. Pero tampoco es casual la
cifra. Ella nos conduce a reflexionar sobre la falta de iniciativa y
creatividad local. Los lectores de pago en agencias y editoras trabajan sobre patrones de venta fijos, en desmedro de lo novedoso potenciando calidad.
El consumo de los años ochenta y noventas, mordiendo
los inicios del nuevo siglo, generó, salvo excepciones muy contadas, una
literatura satisfecha y banal. No sólo en España, desde luego. Pero
resulta que nací aquí, aquí mismo escribo, y encima me gusta bastante lo que hago. Por estas razones, considero la decisión de
continuar publicando nuevas obras en el formato E book, procediendo a rechazar las opciones que determinan los mediocres agentes literarios y la mayoría de las casas editoras. Mis motivos tengo; lo he comentado
varias veces.
Por ende, aguardo con esperanza que de esta crisis y
la creciente movilización social surjan nuevos valores escribiendo y
editando. Eso, a no dudarlo, favorece mis letras. La otra cara de las crisis supone la concientización de sectores
jóvenes y ambiciosos, fundidos a la mejor tradición de los veteranos. Soy uno de ellos con algunas marcas de guerra y mucha vida vivida; para bien y para mal, aunque con un espíritu crítico de ida y vuelta insuperable.
La
depresión de los años ´30 en los EEUU abrió un espléndido panorama al
respecto. Igual fenómeno siguió a la posguerra en el ´18 y el ´45. Hoy vivimos en esta turbia atmósfera, afincada entre la miseria y la rebelión. De este país, Grecia, Portugal, Irlanda e Italia nacerá,
probablemente, una nueva consciencia europea que nos devuelva la ilusión,
clausurando una luctuosa etapa de siesta cultural, y valores humanos sepultados en el fango de los textos vanos y las nulas emociones.
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