Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

domingo, 6 de enero de 2013

PALABRAS QUE SON AMORES: GRETA GARBO. EL DOLOR DE LA ESFINGE




Viene a ser la presente una edición virtual, corregida y aumentada, de la que fue impresa con igual título hace ya nueve años, aunque sin la inestimable colaboración de mi querida esposa Maria Aparecida da Silva. Ella fue quien repasó y corrigió el previo texto, actualizándolo con sabia minucia documental para su puesta en página, empleando talento y pasión también en su formateo. Juntos disfrutamos de la labor mancomunada, tan plenamente como en las cinco novelas que llevamos entregadas a Amazon Kindle para su publicación.
Es pues a Maria Aparecida que dedico esta obra remozada. Sin su estrecha colaboración no hubiera sido posible volver a disfrutarla integralmente y con absoluto respeto por el lector. Creo que Greta Garbo se merece esta cuidada edición, muy superior a la otra. Fue el emblema de la belleza femenina en el siglo XX desde la pantalla, encantando a hombres y mujeres por igual merced a una industria que combinaba, en ocasiones, el comercio y el espectáculo con el arte.
Su irrupción en el cine mudo con la Metro Goldwyn Mayer, tras viajar desde Suecia superando una infancia y juventud humildes, se prolongó durante once años en el periodo sonoro. En ambos desfiló como una emperatriz. Tras bambalinas llevó una vida atormentada y silenciosa en lo posible. Sus distancias con el entorno eran considerables y, presa de un eterno dolor interno, no fue feliz. La duplicidad sexual de lesbiana con una leve inclinación por el sexo opuesto era conocida y respetada en el ambiente, así como su retraimiento ante la prensa y cualquier campaña publicitaria. En tales aspectos, mi libro procura equilibrar esos y otros factores, vinculando incluso roles de la pantalla con rasgos personales, a la vez que se aborda el cotejo de algunos de sus veintisiete filmes, impresos durante diecinueve años, con las obras literarias y personajes históricos originales que el cine adaptó para su lucimiento y el de otros intérpretes que la acompañaron. La visión de una fábrica de sueños y la naturaleza de los mismos, desgranando personalidades y roles, ocupan buena parte del texto.
Mi intención última fue y continúa siendo, por encima de todo, aquello que persiguen mis renglones desde que el oficio de escribir atrapó mi corazón: mostrar el alma de mis personajes, ficticios o reales. Para el caso, la de una mujer que, por efecto de sus cualidades y circunstancias, se transformó en símbolo de una época, pese a haber dedicado menos de una cuarta parte de su larga vida a encantar multitudes y encender corazones. Fueron, pese a lo que se diga, sus mejores años, y de ellos el cinematógrafo imprimió esa huella, única y trascendental.

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