LA ÚNICA SALIDA

 

En sus casas quedarán más monos

Cerrar la legislatura y llamar a elecciones es la única salida posible. En primer lugar, para acabar con la en extremo desfasada mayoría absoluta que esgrime este Gobierno, para perpetrar sus atentados contra la equidad social en connivencia con Berlín y Bruselas. Sólo un nuevo reparto de cartas puede acometer la tarea de levantar este país mirando al interior, y no exclusivamente a los mercados, depurando a fondo todas las tramas de corrupción. Rajoy & cía o los socialistas no están por la labor. Tampoco CiU por lo que le toca. Y no es que el reparto de cartas en la nueva partida sea la panacea, pero al menos terminará con la presente forma de gobernar por Real Decreto y "porque me da la gana". En particular, no me sorprende el "Caso Bárcenas". Es otra excrecencia de la siniestra "Trama Gürtel", y de una "Ley de financiación" para los partidos políticos que, en el presente facilita las corruptelas. Por demás, la injusticia social, corrupta en sí misma, comporta la cara de la moneda que supone esta otra. Es la injusticia pública, auspiciada y tolerada, aquello que promueve toda clase de prácticas delictivas. 

Para con los asuntos turbios de la corona, también será útil un cambio de legislatura, aunque no consigamos la República Social, tan anhelada cada día por más jóvenes españoles no comprometidos con el pasado ominoso. La voladura de la derecha, que tanto preocupa al PSOE y al señor Verstringe, es a efectos prácticos, menos dolorosa que esa derecha y sus débiles rivales, a menudo complacientes (salvo parcialmente IU, y me estoy refiriendo a partidos nacionales), sigan volando nuevas franjas sociales, conculcando derechos laborales, educativos y asistenciales a destajo. Con una nueva legislatura el PSOE tendrá que pactar con IU y otras formaciones enemistadas con el PP. Aunque coja y tuerta, esta formación tendrá sus representantes y áreas de poder. Pero no serán las de hoy. Lo que destaca en toda esta crisis, es el fracaso social y político de un partido que gobierna en contra de los intereses de España, y de la democracia real. Las leyes vigentes le han autorizado a hacerlo, no el espíritu de las mismas. Con todos los defectos inherentes a una Monarquía heredada de la dictadura, su Constitución sostiene ciertos principios que se incumplen de continuo, llegando a este extremo de letra muerta, como producto de la crisis europea y nuestro propio desarrollo insuficiente, económico y cultural. Es hora de hacer de estos principios una realidad, con la mira puesta en un cambio de régimen, respetuoso con los derechos humanos fundamentales. El castigo de los que han participado en las tramas corruptas, sean políticos, empresarios o comisionistas, deben pagar por ello. De no hacerlo, la moral colectiva sufrirá nuevas y trágicas heridas. 

Es verdad que la corrupción implementada por el poder financiero, sus trampas y saqueos con los paraísos fiscales y otras yerbas exceden largamente el territorio español. Pero hay que empezar a limpiar la propia casa. Viene a ser como una consciencia colectiva, precisada de asumir errores y horrores desde cada sector, mediando la honestidad. A la larga, es más difícil no ser honesto, aunque a la corta, parezca tan a menudo lo contrario.