Nuevo signore Valachi (aquel mafioso chivato de hundió
a un sector de la mafia ítalo americana), el castizo señor Bárcenas ha
vomitado al fin los incriminadores papeles, manuscritos con su puño y
letra, junto a la de otros contables y ayos. Según sus números,
apellidos y muescas, muchos fieros recortadores de beneficios sociales,
sueldos públicos y pagas dobles se ven implicados en repartos de dinero negro.
Son abultadas donaciones y mordidas, que incluyen trajes y corbatas
para el actual Presidente, como faraón del Partido Popular en años
recientes. La lista Bárcenas es la prueba escrita, entre varios bienes y
susobresueldos oscuros, de veintidós millones de euros, pasta gansa
depositada en bancos suizos. Un fruto de coimas y labores compartidas
con otros políticos partidarios.
Hacia el mediodía, y superando el
soponcio que embarga al Comandante en Jefe, los generales y coroneles
de la tropa, esta inluyente y odiada recortadora de la sanidad en su
Comunidad de Castilla La Mancha, amén de otros pecados sociales y
tributarios, lanzó unas parrafadas vacilantes ante la prensa, procurando
borrar la nefasta nueva que les derramó encima "El País". Pero el
terremoto en las cumbres disparó la admisión de veracidad de su
presencia en el listado, por parte de otro encumbrado dirigente,
efectuada en simultáneo, segando de cuajo el discurso machacón de
Cospedal, al tiempo que la prensa internacional comentaba en primera
plana de los medios, la sospecha de corrupción que acosa al mandatario
español y parte de su equipo. Él y varios lugartenientes en estos años
figuran en contante y sonante para las notas del señor Bárcenas. Son
dineros sustraídos al fisco. Parte de ellos blanqueados gracias a la
infame medida de blanqueo Fiscal, implementada oficialmente por
supuestos afanes recaudatorios. En buen romance, otra estafa, que siguió
a la tan cacareada usina de nuevos parados: la Reforma Laboral. La
misma que acabó sumando en los últimos doce meses un millón más, a los
casi cinco, que había dejado el PSOE tras ocho años de Gobierno.
De
realizar el paseíllo que presuntamente aguarda a Rajoy, sus trajes y
corbatas de buen corte en Berlín, sobre las próximas horas, sufrirá el implacable
bombardeo periodístico bajo fuego graneado. No podrá evitar que muchos
políticos europeos crucen dos dedos en la espalda, mientras cortésmente
estrechan con la otra su diestra.
Pero en la balanza de los
problemas del Gobierno, cuál fruto podrido de su nefasta gestión, según
documentan todos los indicadores, económicos y sociales, el descrédito
interior por la estafa electoral de un programa diametralmente opuesto
al ofertado a los votantes, hace más de un largo y terrible año, pesa
más que nunca. Y eso mismo es lo que deslegitima cualquier gestión
pública. De momento, ya la izquierda parlamentaria y los nacionalistas
del sector en las autonomías exigen el final de la legislatura, y que la
justicia actúe, depurando responsabilidades.
Parece evidente que las
hubo, y muchas. El contraste entre los sacrificios impuestos a la
población en nombre de la deuda exterior, publica y privada, se enfrenta
a este prolongado saqueo, emparejado en las vecindades de la Corona, y
empresarios prominentes como Díaz Ferrán. El chulo y ladrón que
preconizaba "trabajar más para ganar menos". Es ni más ni menos que la
consigna que este mal Gobierno impuso por reales decretos, administrados
por medios arrogantes y despóticos, en nombre de una menguante mayoría
absoluta.
Sólo válida en términos parlamentarios, pero que desde
hace tiempo caducó en los reales, y hoy mismo, de seguro yace por los
suelos, en las vecindades del cementerio más próximo al Palacio de la
Moncloa y la sede partidaria de la Calle Génova.
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