Si toleramos pasivamente estas revelaciones
que ha documentado en la fecha el diario "El País", sobre la corrupción
del Partido que gobierna y el Gobierno mismo, estamos condenados a
parecer como sociedad y nación. De no reaccionar cómo deben el PSOE e
IU, habrán de tomar providencias los sindicatos, y aquellos movimientos
sociales (el 15M), que se nieguen a doblar el cerviz.
Rajoy y su tropa acaban de perder lo poco de credibilidad que
conservaban en ciertas franjas ciudadanas, pese a los tremendos
destrozos sociales causados desde que llegaron al poder; unidas a una larga
ristra de incumplimientos, mentiras y estafas a sus propios votantes.
La
autoridad moral es el valor más importante de cualquier funcionario
público, aunque el voto lo haya convalidado. Y este elenco la ha perdido, empezando por el señor Mariano Rajoy, a
quien muchos consideraban honesto, pese a sus constantes desaguisados, incomparecencias y
esfumaturas.
Si bien la justicia aún no ha tomado plenas cartas en este
sucio asunto, la presunción de inocencia queda gravemente comprometida
para el PP; al menos a la hora de gobernar. En una democracia efectiva
no pueden caber las sospechas sin dirimir y, por muchas causas, tan
flagrantes como visibles y comprometedoras, debe finalizar cuánto antes
la presente legislatura.
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