Soy un especialista en el Hollywood de los ´20,´30 y ´40. El de los grandes Estudios. Aquellas películas atraparon mis emociones desde las primeras luces. Las rodaron mucho antes de que yo naciera, pero mi imaginación llegó lejos, completando aquellas fascinadoras imágenes en blanco y negro, silenciosas y parlantes, mediante apasionantes lecturas sobre la época, y sus historias, grandes o pequeñas. Con los años, los supervivientes de aquellos tiempos fueron muriendo, pero me di el gusto de biografiar a unos cuantos hombres y mujeres de los dramas imaginarios, documentando los reales de sus vidas y el medio en el que las desenvolvieron. Hace no mucho llegaron las dos novelas del "Detective en Hollywood", fundiendo la contumaz afición con la novela negra; otra de mis pasiones. Con la inestimable edición de María Aparecida, mi mujer y compañera de todas las horas, hemos restaurado un libro del pasado, enriqueciéndolo. Pronto llegará otro, en parte inédito. Luego, una novela más.
Cuelgo fotos en el muro para que mis amigos compartan esa porción de mi alma. Si leen las novelas, sus renglones reproducirán esas singulares e irrepetibles atmósferas.
La pasión lo puede todo, o casi todo, cuando es de pura cepa. De paso vuelco mis conocimientos sobre la naturaleza humana, hasta dónde llego a captarlos. Ahí hay fragmentos de Historia, sociología y psicología, trasladados con llaneza e ímpetu narrativo. Es parte de mi compromiso con la realidad. Considero mi deber de escritor y pensador enriquecerla en lo posible.
La instantánea corresponde al rutilante estreno de "Ángeles del infierno", en el Teatro Chino, de Sid Graunman, en el Hollywood Boulevard. Circa 1930.
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