Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

jueves, 6 de agosto de 2009

MICCIONES 1: DORMIR, MORIR Y DESPUÉS PLAÑIR...

El difunto Julián Lago, a meses del inerme adiós y sus plañideras.
Leí poco a Lago. Era un periodista del establishment entregado al Moloch mediático en formación, tras la ola liberal de izquierdas que descabalgó de los medios a los sirvientes mayores del franquismo.
Director de semanarios, quincenarios y periódicos; autor de libros extraviados en algunas bibliotecas y anaqueles que acumulan el polvo de la falta de uso, Julián tuvo su "morning glory" en el espacio mediático de Telecinco, conectado a la "Máquina de la verdad".
No me fascinó su programa, basado en una moderna versión del viejo detector de mentiras. Coronando la monda testa con su horrenda peluca, el personaje me sonaba enfático y vacuo, pese al rating.
Su vida real, era un tango de divorcios y hembras apetecibles con las que no matrimoniaba. Era un seductor de pieles famosas, al estilo de Ana García Obregón, apetente de jovenzuelos de pago en el presente.
Pese a su obra adocenada y su frívola existencia, llegó para Julián el tardío momento de la rebelión y su "¡Váyanse al carajo!". Fue precedido por apariciones esporádicas en las tertulias de "Intereconomía", versión numérica del pensamiento más retrógrado (sólamente rebasado por el pudridero de "Libertad Digital" y su maestro de ceremonias, el tenebroso Jiménez Losantos).
Parece obvio que Lago había sido radiado del cenáculo que controla los medios (léase Prisa o el diario El Mundo y conexos). Su contragolpe fue el orgulloso exilio en Paraguay. Cómo los nobles de alcurnia vernáculos, remitía su derrota y vejez al Nuevo Mundo. Allí se afincó junto una bella paraguaya, distante de su maltrecho sexenio y de otras décadas poco fecundas. Dueño de una hacienda en construcción, recogió la mala suerte de ser atropellado en Asunción por un veloz motorista.
Tras un largo coma de tres meses en un Hospital privado de la capital guaraní, y amparado en la vigilia por su último romance, expiró.
Las últimas imágenes que retengo de Julián las documenta este blog en pasado post.
Se había alzado contra la tiranía de una vida yerma, nutrida de aplausos y ausencia absoluta de calidez. Lo documentó "La Noria" en una de esas emisiones infrecuentes. Allí, brillaban el desencanto y la rebeldía de un hombre contra su pasado, mediato e inmediato.
Las machacantes ruedas de la moto que lo llevaron al coma y el más allá en Asunción, fueron auxiliadas en el remate por la insensibilidad del periodismo español y su cancillería.
Trasladar al comatoso Lago hasta España y su incuestionable calidad hospitalaria, quizá le hubiera rescatado de la muerte. Se requerían 125.000 euros para fletarle un avión que aterrizara en Barajas. Pero si Roma no paga traidores, menos los subrogará este medio corrompido del periodismo vernáculo, dónde todo se tarifa menos la dignidad.
Ahora los medios rinden culto y memoria al cadáver mañana, tarde y noche, destacando el último gesto, digno del Quijote a tenor de los proyectos destinados a fundar una ONG que acreditaba el extinto.
Siempre habrá una coartada para sepultar la infamia, sin enterrarla del todo.
Hasta el último aliento, amparó a Lago la vigilia hospitalaria de su paraguaya joven, fiel a los principios de la entrega y la piedad, tan distante de aquellos que alquilan el placer, resguardándolo en el capricho.
Los que agitan esta pérdida son plañideras de alquiler, corrompidas hasta el tuétano. Entre tanto, la pareja de Lago (hoy acusada de haberle coptado en un puticlub español) deberá afrontar las onerosas deudas hospitalarias, sin que una oportuna colecta de los que tanto moquéan refrende el menor gesto de solidaridad.
Mentira, mentira yo quiero decirles, y al final de la crónica arrostro a los plañideros, con sumo desprecio y odio infinito desde mi tribuna libre. Falsarios de mala madre; canallas de nómina, trovadores de ocasión; peor funeral os aguarda...





No hay comentarios: