Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 14 de enero de 2017

LA PASIÓN DOCUMENTAL


En mis enfoques biográficos, centrando el foco en personajes que cambiaron la historia de su tiempo o la influyeron desentraño épocas y sentires colectivos. Eso diferencia mis labores de las guías telefónicas que señaló Borges en la especialidad, justificando su escasa lectura de la materia. No basta contar los pasos de un personaje célebre sin aclarar en qué dirección los da, en qué marco histórico y condicionado por qué fuerzas dominantes.La política y el Cine fabricaron ídolos que representaron dichas fuerzas económicas, políticas, y por ende sociales. Unos y otros las proyectaron de manera inexorable.El siglo XX fue pródigo en prodigiosas alquimias. También en colisiones dramáticas y destructoras como nunca antes, debidas a avances tecnológicos en materia de armamentos, potenciando la apasionada agresividad de generaciones. He vuelto al Cine, abordando a Gary Cooper, representante de cierto imago nacional del hombre medio, de corte primitivo, para definir el curso industrial de una potente industria norteamericana, soportada en el cinematógrafo y su técnica, cuya capacidad exportadora de arquetipos plasmó modas y estilos de comportamiento ideal, y parcialmente evasivo en todo el planeta, partiendo de la carne y los huesos de un hombre con cierto encanto, reflejado por ese ojo que todo lo ve que constituye la cámara. Conmovió e inspiró a Ernest Heminwgay, y a muchos otros de su generación. No en balde lo glorifica una estrofa de "Puttin on the Ritz", tema que Clark Gable-según los críticos "El Rey de hollywood"- bailó y danzó sin la corona en un filme de 1939. Quedaba claro que el representante del espíritu nacional, al menos durante la Depresión, era Cooper, y no él. Grandes directores como Frank Capra,Henry Hathaway y Fred Zinnemann plasmaron historias que conmovieron a mucha gente que, al final le perdonó su adhesión al macartismo y su íntima vida de crápula romántico a este hombre no muy cultivado, que amo la caza, los caballos, las mujeres, el dinero y por último, una hija de la que fue padre devoto. Al igual que Gable, Robert Taylor y Tyrone Power murió relativamente joven a los sesenta años.Mis labores biográficas superan en kindle su vida en papel impreso, por eso se van leyendo, sobre todo en EEUU y, últimamente en España. Sin duda mis laboriosos muros en facebook desempeñan su magno rol. Aunque no fuese así, continuaría en la brecha. Lo juran mi pasión documental y el deseo ferviente de contar historias..

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