LA CRISIS ESTRUCTURAL DE PODEMOS

Tal vez el ejemplo más flagrante de indigencia intelectual favorecida por el poder dentro de una formación política que pretende cambiar el país, sea la compañera sentimental y jefa de Gabinete, suerte de loro hembra del jefe. Irene Montero repite las consignas impartidas por el mismo, omitiendo el género en sus citas, resultando soporíferas las parrafadas poco ocurrentes y tópicas que le destina su ventrílocuo. Para ella, los consabidos "compañeros y compañeras", ciudadanos y ciudadanas" u otras muestras del abandono genérico, cubren huecos de pensamiento plano y monótono. Clara manifestación ortopédica de una personalidad absorbente y absolutista, la sometida Montero no manifiesta talento alguno, dentro y fuera del libreto, salvo la capacidad de memorizar lo aprehendido, aburriendo al personal. Viene a constituir el ejemplo, los criterios que desarrollan las cabezas aúlicas de Podemos, acostumbradas a dar lecciones a alumnos que requieren del aprobado en sus clases magistrales, teñidas de oportunismo e improvisación. 
Lo aterrador del caso, radica en que, en sustancia, nada cambia en la estructura piramidal del PP y Rajoy, o la de Susana Díaz en el PSOE. El liderazgo político se prueba subordinando a los escogidos laderos. Fuera del código, no tienes porvenir. El considerable atraso político hispano se basa en este factor, que el voto refleja palmariamente. Lo demás es capacidad de mando rutinario y su contrapartida de subordinación. Cuando descubres que los valores se basamentan en la obediencia, sin abjurar de la izquierda, abjuras de gente que dice representarla sin capacidad para estimular el pensamiento creativo e independiente de los suyos. La temprana debacle histórica del comunismo se explica por esta falta de genuínos valores. En España, la gravosa herencia del franquismo, acentuada por el estalinismo, antes durante y después de la Guerra civil y el triunfo fascista, persigue más cabezas de las deseables. El fenómeno de la burocratización requiere cierto grado de orden, el drama llega cuando del orden se pasa a ordenar sine die, abandonando principios que nacieron flojos y luego perecen por obra de las circunstancias, y una falta evidente de formación política. La crisis de Podemos proyecta ese curso, trágico hoy y decisivo, aunque pasajero en la Historia.