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lunes, 27 de junio de 2016

EL DESASTRE ELECTORAL DEL 26J


En Principio, los resultados electorales de la víspera señalan que casi ocho millones de electores aprueban los destrozos y saqueos del PP durante los previos cuatro años, e inda mais. El franquismo ha calado hondo en este pobre país, refrendado por un neoliberalismo de Bruselas, que controla estrictamente Berlín. El Brexit británico ahondó un factor preponderante en esta franja social ultraconservadora, a la que poco y nada importan las víctimas de los recortes, del desempleo y la precariedad: el miedo a cualquier cambio de status, acentuando su tradicional indiferencia hacia el destino de las clases más desfavorecidas. Un rol más importante de lo que se considera, tuvo la especial estimación del PSOE, llamándolo al supuesto frente de izquierdas, cuando su derechismo es un hecho probado con creces todos estos años. Fue el PSOE y no la divina providencia quien puso alfombra roja al PP y lo mimó una vez en el poder. Iglesias, Errejón y Garzón, improvisando teorías oportunistas, han confundido los actores de este drama. La ambición de derrotar a PP y no a colaboradores oficiosos como los ex socialdemócratas junto a él, provocó en distanciamiento de muchos votantes, demostrando que el liderazgo social y político se obtiene con lecturas correctas de la realidad social, fundidas a liderazgos principistas. El enterrado acuerdo “transversal” entre el PSOE y C´s fue más que elocuente. Sánchez y su soldadesca procuraron disfrazarlo miserablemente, cargándole el mochuelo a Iglesias, sin que el Frente de Izquierdas sacara provecho de la burda maniobra, volviéndola en contra de sus autores. Pero si la lectura de la izquierda real fue estúpida, intentando el imaginario sendero del atajo imposible para llegar al poder, la de sus previsibles electores no lo fue, tal como demuestran las cifras de ayer. Para liderar el fundamental cambio de rumbo que necesita España es preciso ser coherente, despertando ese tipo de confianza que desemboca en la franca adhesión. Y es lo que no consiguió lo que pintaba promisorio y quedó en intención. No hubo sorpasso. Más bien fue al revés. Sabemos que de las improvisaciones nadie vive, aunque sobreviva un tiempo. Pese a que el PSOE perdiera otros cinco puntos, continúa siendo segunda fuerza política. Algo que las encuestas, consecuentes flores de un día, marchitaron durante la jornada electoral, merced al oportunismo y las ilusiones vanas.

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