Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

domingo, 30 de mayo de 2010

LA UBRE GÉLIDA DE LA DOMINACIÓN


Panorámica del Reichstag en invierno. Abajo, el otoño de Ángela Merkel y sus tramposas ubres.
Hay tetas asustadas y tetas asustantes. Las de Ángela pertenecen a la última categoría. La dama del Reich brega duro por la hegemonía de los suyos. Es "ossis"; o sea, una de aquellas criaturas oprimidas por la Alemania Democrática y la celosa vigilancia de la Stasi, consiguientemente devaluada, aunque transportada en carroza al liderazgo nacional por su ideología, acorde a los tiempos.
El sostén contra viento y marea del euro, es su máxima favorita. Comparte lecho, mantas, sueños y orgasmos con la moneda. Gracias a su tiránica vigencia nos tiene cogidos por las pelotas a quienes no somos alemanes.
Nada en Ángela, dama fría como el paisaje que, en los crudos inviernos berlineses circunvala el edificio del Reichstag (editado en la cabecera del artículo), revela sentimiento alguno.
Es estólida y raramente enseña las ubres o esboza una sonrisa. Cuando besa protocolarmente a otro primer ministro o Presidente, no es como las españolas cuando hacen otro tanto. Sus ósculos dejan un rastro tan mineral como el de su alma.
La estrategia de la señora responde al mandato que le imponen los votantes, embastados con el poder financiero y los monopolios teutones. Legado que cumple con sencillez monástica.
Ahora Merkel; puesta a remedar las severas guardianas de los campos de concentración del Tercer Reich, exige que el pobre Zapatero retrase la edad de jubilación, sin importarle que un veterano alemán cobre a final de mes mucho más que nuestros pensionados españolitos.
La unión monetaria europea, hija de la CEE, favorece a los socios más poderosos a costa de los menos fuertes. Nadie da nada a cambio. Ellos insisten en convalidar su matriz imperial. Nosotros- que somos lo que siempre fuimos- creíamos estar en el pelotón de avanzada que secunda a los poderosos, hasta descubrir, merced al derrumbe inmobiliario- nunca tan simbólico-, que integrábamos los cuartos traseros del invento.
Desempeñábamos el rol que cumplen los mozos de cuerda, camareros, paletas y chupópteros.
En la carrera a no igualar el fallido experimento griego llegaremos a la otra dimensión.
La del vasallaje y la manifiesta subordinación a una ubre gélida, que no ofrece siquiera la leche de la clemencia.
¿Qué os sevimos fraülein?
¡Nuestro trasero y mayor afán será vuestro, mande Zapatero o Rajoy! ¡El Quijote vuelca de su cántaro agua pasada!
Nosotros faltaría más, el tembloroso culo; para lo que gustéis...

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