Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

domingo, 13 de marzo de 2016

UNA LARGA MARCHA

Los recursos políticos, financieros y mediáticos generan grandes monstruos en este Siglo XXI,de signo canalla, y con probables elecciones españolas. Que el PP sea la fuerza más votada no debe extrañarnos, ante el sabotaje del PSOE y C´s, mancomunados en la atrocidad de la Gran Coalición. 
Durante décadas de franquismo, España fue una doble aldea turistica, para sí, y los visitantes con dinero para gastar. La modernidad que aportaron fue suecas en cueros y las producciones de Samuel Bronston. De hecho, la política no existía para el consumo de las masas desde 1939, y Washington, junto a los países europeos de la posguerra en recuperación, no movieron ficha. Franco era un dictador cómodo y anticomunista, con quien se podía hacer negocios. Menos el de la Democracia, cualquiera. Pero hete aquí que el faltante podía realizarse sobre la base de un pueblo ensombrecido y censurado, viviendo entre el atraso y el silencio. Entonces llegaron los soldados de fortuna, reavivando, una vez muerto el dictador, el viejo PSOE. Había que extirpar de su historia su intervención en la Guerra Civil, y eso mismo hicieron los nuevos advenedizos. Fué su labor capital. Desde entonces, con ayuda del olvido masivo propagandizado por los medios, la Transición, colaborando con ella el PCE de Santiago Carrillo, funcionó con viento a favor para el joven abogado Felipe González Márquez, camuflado en un marxismo volátil de corte macartista, que fue asomando en el tiempo. Él y sus nuevos centuriones, financiados por el entonces poderoso Willy Brandt, hicieron lo imposible para quitar cualquier radicalización popular de el medio, y gracias a Carrillo, acompañado por momias vivientes como Dolores Ibarruri, lo consiguieron. El resto lo conocemos. Hoy, sin embargo, poco queda del PSOE tan votado, como sometido al uso y abuso. La miseria europea de la UE pudo más que la tradición, y el famoso voto aborregado de los españoles, base efectiva de la desmemoriada Transición. De forma tal que, el monopolio momificador pasó, de los viejos capituladores, a los nuevos y desgastados. Susana Díaz, Pedro Sánchez y los burdos barones de la formación, proyectan los restos vivientes de un cadáver partidario, realizado a base de serios errores, concesiones a las grandes empresas y una petrificación de la voluntad. Hoy los aborregados son ellos, jaleados por el fantasma viviente de Felipe González, y sus propios demonios. El pacto con C´s, realizado por Sánchez y Cizaña Díaz, entierra los restos del viejo programa sin vergüenza alguna. Ya no son de Izquierdas por la sencilla razón que jamás lo fueron, aunque ya quede claro para quien los votó, y quienes no les votaron. El espectáculo que presenta este candidato fallido, un mentiroso profesional, según la tradición partidaria, es más bien patético. La Díaz pone el hombro con su fascismo sureño de corte elemental. En realidad, el único espacio que le queda al PSOE, es el andaluz, contaminado por los ERES y su cuadro, francamente tribal. Paso a paso caen las máscaras del corto progreso y la alternancia de dos grandes partidos. Por esa razón, el PP, rancia herencia del franquismo sigue, pese a su insostenible corrupción, en cabeza para los nuevos comicios. Quizá pierda votos en beneficio de los falangistas de Rivera. Pero tampoco a este invento tardío del IBEX 35 y la extrema derecha de este país se le augura una larga carrera en las pistas. Nadie que niegue las nacionalidades en esta tierra diversa puede sobrevivir mucho tiempo. Podemos y en menor medida IU, se erigen, por su intransigencia recuperando el programa democrático inicial, en resistentes válidos ante la conjura de los poderes fácticos y sus sirvientes. Les aguarda un largo sendero de acechanzas, amenazas y provocaciones. La justicia, no es de extrañar, siempre lo acreditó. Pero la única manera de superar un pasado ruinoso es la del esfuerzo sostenido. El Erre que erre, tan promisorio, que dibujaron en suelo español el 15M y las mareas, conmoviendo la calma chicha en otros puntos del planeta.

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