Pablo Iglesias es un líder político narcisista. Casi todos lo son. Sin
embargo, su prédica social a menudo cede paso a ese colesterol maligno
que es el nacisismo troncal, y las tragaderas del mismo son inmensas.
Tal vez, tenga ello que ver con su papel de académico. Sabemos que la
población académica desenvuelve cierto rol sacerdotal como eje de la
enseñanza. La frecuente coquetería del mono sabio ocupa otro espacio
perturbador. Sobre todo, cuando el que enseña, mucho o poco, no aprende
casi nada. Antes que fijar principios, a Iglesias le obsesiona agradar a
su público. De ahí que sus cambios de registro sean tan frecuentes. La
clave radica en la argamasa de ese público, situado en el área juvenil
de la clase media. La de los pequeño burgueses sensibles ante las
desgracias de los olvidados, pero incapaces de sentir en sus carnes lo
que ellos sienten ante la injusticia. Es sencillo de explicar: los
origenes de clase lo impiden. Iglesias es hijo de un socialista
encarcelado por el franquismo. Ello explica su obsesión con el PSOE, con
quien paractica una relación de amor- odio, de ramalazos que integran
sus propios vaivenes. En vez de intentar reemplazar a esa formación de
derechas, acomodaticia y venal, en base a realizar una política
intransigente, siendo fiel a los catorce millones de pobres y
carenciados que hay en la España actual,instándolos a movilizarse contra
el sistema que impone la ultraderecha, intenta "dejarse la piel en el
pacto", no sin antes dinamitarlo un poco. Viene a ser este líder, lo que
equivale a un amante despechado. Por esa razón, Colau y Mónica Oltra, o
Manuela Carmena, guardan distancias de su ánimo revuelto. Sus cófrades
más cercanos son máquinas de repetir estos vaivenes. Citaba en otro
artículo el patético caso de Irene Montero, su novia oficial, que hasta
le copia los gestos. Si bien la personalidad del novio es fuerte, no lo
es en materia conceptual, y ahí es dónde Podemos refleja su crisis.
Errejón, más a la derecha que él, es un crápula estable, recomendando
que la formación "convenza al PSOE de la inconveniencia de continuar
pactando con Ciudadanos". Pablo Echenique se adapta más a ese otro juego del
péndulo, poniendo su imagen de minusválido como contrapeso de errores
partidarios. Es inteligente, sin duda alguna, aunque no brillante, en
una formación donde la cuestionable virtud académica, tan difícil de equilibrar, opaca cualquier
valor.
Creo que el impacto de Podemos en Europa y América Latina no
se debe a sus dirigentes, sino al 15M y las mareas, símbolos por ellos
utilizados hasta la saciedad. Hasta hoy no los revalidaron en su
realpolitilk por esa distancia que suele separar el intelecto del
corazón. Instancia crucial que reflejarán, de haber elecciones, los
votos en blanco, de quienes hasta hoy no fueron representados. Son los
olvidados y precarizados que perdieron el trabajo y la casa, almuerzan en
Cáritas,y viven sumidos en la pobreza.
El PP, C´s y el PSOE
intentan invisibilizarlos para siempre. De continuar mirándose el
ombligo, no sólo Podemos, sino también el educado Alberto Garzón, IU, y
algunos izquierdistas sueltos, prisioneros de las grandes maniobras en
las cumbres,continuarán poniendo el hombro en las labores del enemigo.
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