Todo caballero tiene su escudero. No sólo es quien defiende a su Señor
con uñas dientes y culo, sinó el que le pondera más y mejor. Soraya
Sáenz de Santamaría es el ejemplo más cabal de coptaje. Se posterna con
unción religiosa ante el amo, y además, cuando las patatas queman muerde
con dientes de bulldog, instrumentando para el poco honorable
caballero, asuntos turbios de variada laya con medios y banqueros.
El esbirro que emplea Pedro Sánchez
es César Luena, casi tan bajito como Soraya, y últimamente entradito en
carnes. El contraste con el amo basquetbolista no sólo es, al igual de
la distancia métrica que separa a Rajoy de su escudera- de altura.Luena
es bobo y torticero. Se formó como aparatchik socialista desde temprano
ambicionando cristalizarse como segundo de a bordo en un gobierno
imposible, para al fin llegar tan bajo. Compite ante su señor
favorablemente ante rivales como el estólido Oscar López y el
biliosamente sonriente Antonio Hernando. Sánchez halló en el gnomo al
perfecto besamanos ante las insuperables desdichas de este presente
aciago. Por momentos, imagino al Secretario General acariciar piadoso la
calva de Luena desde las alturas, como una suerte de Dios Zeus en los
gastados predios de Ferraz. Es el protector celoso de sus pactos
infames, y también por contraste, su objeto basura, sobre el que pronto,
ante el fracaso y como cuadra, lloverán los condignos azotes del adiós.
No hay comentarios:
Publicar un comentario