Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

martes, 21 de mayo de 2013

EL LIMBO


Este Gobierno cree que la paciencia de los parados, desahuciados e indignados es infinita. Nuevas vueltas de tuerca podando áreas sociales, sueldos y otras mieses, supuestamente garantizadas por la Ley Fundamental, lo demuestran. 

Dicha creencia hunde sus raíces en el pasado, no en el presente. Pero muchos en el PP y su Gabinete monclovita, o en las Cortes y consistorios, estiman que pasado y presente son vagos términos frente a una mayoría absoluta, votada en las urnas de quince meses atrás. 
En épocas de normalidad y calma chicha, sería valedera la estimación. No en el presente, luego de los destrozos, iniquidades y corruptelas; muchas de las últimas a dirimir en los juzgados y otras por ventilar, como acontece semana a semana. Sujetos a los dictados de Bruselas y Berlín, sumándoles el provecho propio y de casta, los que ejercen el poder, olvidando que les pagamos el sueldo e incluso los sobres en negro, suben los decibeles de la arrogancia sin dejar de beneficiarse a espuertas. Imaginado además que serán votados en el 2015, en el caso, claro, de que puedan finalizar a término la legislatura.
Y me temo, de verdad, que tal deseo de perpetuarse en el trono no sea posible. Sin poseer la bola de cristal y el espontáneo poder de la adivinación, lo intuyo. No porque Bárcenas y otros "tiren de la manta" sino, porque la misma está demasiado agujereada, y el apestoso aroma que desprende lo que hay debajo corrobora aquello que los orificios dejan ver, a los ciudadanos honestos de este pobre país.
Su inmensa mayoría, sin duda alguna.
Pese a que algunos la subestimen, la tolerancia de los pueblos ante la barbarie que sea, no es infinita. En ocasiones, basta un fatal hecho imprevisto, que nadie conscientemente quiso ni buscó, para que cualquier Plaza Fuerte salte por los aires, con quienes en su interior vivían en el limbo de la prepotencia, el saqueo y la ignominia. 
A éstos, lo que aún ordenan y mandan haciendo trizas muchas vidas, no los salvará la Merkel, Draghi, la rama seca del FMI, ni Cristo.
Y tendrán que rendir cuentas, pagándolas -muy democráticamente- todas juntas...

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