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sábado, 28 de junio de 2008

LOS SERIALES EN EPISODIOS III:SPY SMASHER (EL TERROR DE LOS ESPÍAS)

En 1942 la compañía Repúblic Pictures estrena el serial en 12 episodios Spy Smasher (El Aplasta Espías en su literal traducción).
Producto de un acuerdo que comprendía la serialización de dos personajes de la Fawcett Comics, cuyo buque insignia era Captain Marvel, el Estudio, una vez fracasadas sus tratativas con la National Periódical de entonces (luego DC/Warner) en la obtención de los derechos cinematográficos de Superman (que obtendría seis años después Columbia), entró al trapo con Marvel y Spy Smasher, entonces personaje menor (y que nunca crecería, pese al serial).
La caducidad de este modesto héroe, centrado en la caza y captura de espías nazis, sería no obstante aprovechada para montar a lo largo de mes y medio de rodaje agotador, este serial de acción pura a un coste de poco más de 100.000 dólares, en la que más que actores, contaron los fantásticos stuntmen de la compañía (con Dave Sharpe y Yakima Cannutt a la cabeza) y el buen oficio de William Witney, el mejor director de películas en episodios que haya conocido el género.
La elección de Kane Richmond (nacido Fred Bowditch hacia 1906 en Minneapolis; fallecido en California 67 años después) fue un acierto, tanto por su convencional apostura algo asexuada, como por su acreditada experiencia en la serie B.

Su trayectoria en el cine de bajo presupuesto había despuntado con una serie de boxeo de la Universal, en 1930. Luego conoció nuevas oportunidades en compañias de prestigio como la MGM y Fox Films, sin que sus apariciones superaran lo episódico, y en ocasiones no acreditado.
Los pinitos de Richmond en el serial arrancaron con la servidumbre al alsaciano can Rin Tin Tin en la compañía Mascot, prolongando esfuerzos en La Ciudad Perdida (Lost City), mórbida cinta ya reseñada en este blog.
Una fugaz aparición como partiquino de cejas pintadas en el segundo metraje de Flash Gordon (el de la floja aventura en Marte) pareció anunciar su eclipse definitivo. Sin embargo continuó en nómina de la Fox (reconvertida por Darryl Zanuck en la poderosa Twentieth Century), llegando a enamorar a Alice Faye durante unos minutos de un filme olvidado (que reproduce You Tube hoy).

Rodado en mes y medio por Witney en formato trepidante, Spy Smasher requirió doce horas diarias de impresión y varios cambios de atrenzos y retoques de maquillaje dispuestos para intérpretes sudorosos y fatigados. Como leading lady de la parada Witney escogió a Marguerite Chapman, una modelo publicitaria de alto vuelo y frecuencia sexual controlada por su protector de entonces, el magnate bisexual Howard Hughes.

Chapman, de porte distinguido y escasa vena dramática, desarrolló luego cierta carrera en cintas de clase A sin darse de bruces con la fama. Richmond llegó menos lejos, aunque al menos retuvo presencia en los seriales, rematando su carrera en los mismos con Brick Bradford (otro comic de los periódicos) tras encarnar en tres penosas cintas a La Sombra, por cuenta de la menos industriosa Monogram Pictures.
Quizá entre las mejores decisiones que adoptó Richmond en su vida, figure la de cambiar el cine por el negocio de la moda, dónde al parecer él y su mujer, la actriz de la serie B Marion Burns, hicieron fortuna desde 1949.

Parece injusto que este deportista de origen y razonable paladín de los niños de entonces merezca hoy menos comentarios y recordatorios que Larry Buster Crabbe; como él tan gallardo y asexuado para consumo mitológico del imaginario infantil.
En Spy Smasher los escritores de plantilla respetaron la vestimenta y el grupo de pertenencia del personaje (un Almirante del servicio secreto y su hija), incorporándole un hermano gemelo civil no acreditado en Fawcett, que Kane mismo interpretó desdoblándose con acierto, sumándole el inapreciable auxilio de Lydecker, el mago de los efectos especiales de la factoría.

Otro acierto que sin duda anticipa el futuro, es la inclusión sirviendo a la trama, de emisiones de TV en circuito cerrado, ya existentes en Europa y los EEUU pese a la pequeñez momentánea del mercado en aquel entonces, sometido al esfuerzo bélico.
Escenas de tortura y fusilamientos, junto a un invariable riesgo, filoso o explosionante bordeando el final de cada capítulo, han llevado a que muchos críticos elogien este serial como uno de los mejores que fabricó Republic.

El nervio narrativo de Witney, sus ágiles movimientos de cámara y un script de pocas frases y mucha acción lo elevan de categoría respecto de varias producciones de la época.
Entre 1940 /45, la gema del poverty row, especialista en westerns baratos y eficientes, plasmó los mejores seriales en episodios del cine sonoro, desbancando en el menester a las poco creativas unidades B de Universal y Columbia. En parte lo consiguió gracias a Witney, y a la libertad que el patrón de la compañía Herbert J. Yates (alias the "old man" según sus contratados), brindó para con las innnovaciones de este poco estudiado discípulo de Busby Berkeley.

Quizá algunos confusos cambios de tercio respecto del comic hayan restado pólvora a dicha entrega. La propiedad del girosubmarino -original del personaje-, se atribuyó inexplicablemete a los nazis, cuyo jefe, enmascarado a veces sin justificación alguna, semeja una excusa, más que la lógica amenaza para Spy; al que se otorgó una moto de alta cilindrada y un humilde descapotable para sus correrías.
Tampoco se justifica demasiado la seudomáscara que representan las gafas en Richmond, ni el uniforme o la capa. Perteneciendo al comic, y existiendo originariamente la doble personalidad de Spy/ Alan Armstrong,-sujeto corriente dotado de gran arrojo, inteligencia y fervor antinazi- convengamos en que nada aporta al misterio y la acción.

Muchos chavales de los ´30, ´40 y ´50 se enteraron de la existencia de Ludwig Van Beethoven gracias a una Quinta Sinfonía que, adaptada al ritmo trepidante que requería la acción por los músicos de la casa, secundaba el título y los créditos de cada entrega, prometiendo maravillas.

La precipitada muerte del gemelo de Spy en el onceavo y penúltimo episodio procuraba dotar de dramatismo a una opereta cuya mayor virtud era la acción en estado puro.

La tendencia a situar hermanos que se enfrentaban (como en Dick Tracy, detective), o bien amigos del alma que formaban equipo contra el mal, comportó una fórmula aceptable para la época, arrancada de The Lone Ranger; éxito radiofónico o en las strips de los periódicos, y doble serial de razonable taquilla para la Repúblic.

La del presente metraje invierte la fórmula de Dick Tracy sin introducir en la trama variantes significativas,
En realidad el personaje mismo era, al revés de Tracy, el Lone Ranger o Captain Marvel, de floja construcción. También su resolución gráfica, encargada a Charlie Sultan mediante un estilo que intentaba copiar, sin conseguirlo, los extraordinarios diseños del gran Lou Fine. Después de Will Eisner, el mejor ilustrador de superhéroes en la primera mitad de los años ´40.

Sin duda alguna el serial, merced a los esfuerzos de Witney, Richmond (o Sharpe), Lydecker y el fabuloso equipo de stuntmen, facilita el hecho de que Spy Smasher haya influenciado a Steven Spielberg en algunas secuencias, plasmadas mucho después rítmicamente en la saga generacional de Indiana Jones.

Como detalle agregado, frecuente en las producciones de la casa, descubrimos al estólido Tris Coffin, futuro hombre cohete de los años ´50 y astro televisivo del texas rangers "26 Hombres" como malvado colaborador del jefe nazi, encarnado con razonable máscara por Edgar Schomm.

En esta Republic Pictures de buenos y malos, salvando a los vaqueros de la taquilla fuerte -y hasta por ahí nomás- la auténtica estrella era la acción pura, en un escenario de persecuciones, riesgos, puñetazos, rodadas espectaculares potenciadas por efectos especiales... y mucho, muchísimo carton pintado...



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