Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

viernes, 27 de mayo de 2016

LA CIUDADANÍA UNIVERSAL


Lo que llamó más mi atención cuando conocí a la que hoy es mi mujer, fue su cosmopolitismo cultural, elemento que confirmé en Brasil. Carioca de nacimiento es muy brasileña hablando, pero muy poco su personalidad, diferenciada del brasileño común, y otros bastante menos comunes. Me sucede lo mismo. Catalán de origen, pasé treinta años en Argentina y otros treinta en España, ya mayor. El pasaje dejó su huella, pero no me siento argentino más que cuando hablo con otros del pago, tomo mate u oigo tangos, cosa que sucede a ratos. Con María damos un empleo culto y refinado a nuestras charlas. Ahí asoman los dejes del origen o su adopción posterior. Ella emplea rasgos brasileños y yo argentinos, aunque nada de eso basta para atarnos a algún palenque. Creo que la definición que cuadra a estas alturas para ambos es ser ciudadanos del mundo, con independencia de otras razones. María domina el inglés y el castellano a la perfección. Yo apenas uno, chapurreando el otro, aunque el amor por la cultura con mayúscula gobierna nuestros pasos, redondeando el amor común. Ella viajó a España tres veces. Residiendo conmigo durante casi dos años en su peor momento. 
Vivir en Europa me autorizó viajes a Francia, Italia, Londres, EEUU y siete visitas a Buenos Aires a comienzos de siglo. Mi afición por las librerías y el cine determinaron parte de las mismas. No puedo olvidar que Argentina fue el país de mi infancia y juventud, pero la de hoy es otra. También soy otro yo. El tiempo y su reloj de arena continúa operando desde un prisma, en ambos casos, cada día más reflexivo y conceptual. Es lo que yo llamo vivir desde dentro registrando con minucia lo que pasa en el extrarradio,mientras incorporamos saberes en forma constante y sistemática.

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