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martes, 11 de marzo de 2014

LA CALCULADA INSISTENCIA EN FALSEAR CUALQUIER REALIDAD


Algunos dirigentes del PP siguen esgrimiendo el argumento de "saber toda la verdad" sobre "el salvaje atentado del 11M". Encabeza el "poll" Ignacio González, ladero de Esperanza Aguirre y actual presidente comunitario en Madrid.
Sabemos a ciencia cierta que González atentó salvajemente contra la sanidad pública, y que las sospechas de comisiones devengadas por sus servicios a un constructor afectan a su mujer y a él, propietarios de una lujosa torre veraniega difícil de justificar; evento por el que ambos figuran judicialmente imputados. Este miserable, cuestionado dentro del gobierno y su partido, pertenece al ala aznarista junto a su valedora. Carece en si mismo del mínimo futuro político, hecho que lo aterra por la mayor vulnerabilidad judicial que podría alcanzarle.
Empero, el afán de "saber toda la verdad", negando soterradamente el documentado fallo judicial de Gómez Bermúdez, desconoce torticeramente los procederes del yihadismo, montado desde franquicias autónomas en los principales territorios de occidente. Ellos no eran "pelanas", tal como sostienen la derecha mediática & compañía menospreciando globalmente al inmigrante magrebí, sino fanáticos dispuestos a inmolarse.
El uso político que la derecha y su partido hicieron, y hacen aún del atentado y sus víctimas, es el mismo que perpetran con las de ETA. Se trata de escarbar en heridas sociales aún abiertas, desviando las que infligen ellos a diario con los ciudadanos. Las conspiraciones verdaderas provienen de esa guarida de chacales, blindados por una caducada mayoría absoluta. Fueron articuladas durante décadas tribales por la corrupción, el voto y las mentiras constantes, hoy apoltronadas en Moncloa, las Cortes, consistorios y gobernanzas autonómicas.
El desastre social, político y económico que vive España se sostiene, ya lo he dicho, en base a la desarticulación integral de la sociedad civil, una baja politización y la creciente división entre los que trabajan con ciertas garantías, y los que no trabajan, o quienes lo hacen desde la precariedad de las pagas y el sumergimiento. Nada mejor que azuzar el odio y la sinrazón para mantener este penoso estado de cosas, mientras incesantes medidas gravosas se implementan y sancionan contra el grueso de la población; aplastando a unos y disuadiendo a otros de defender sus derechos democráticos.
Éste es el verdadero y mayor atentado contra la vida humana. Los del yihadismo tienen otro origen geográfico y religioso. Pero en el fondo, el último es la reacción deformada y criminal a través del terror, por parte  de pueblos sometidos, expoliados e invadidos por el salvajismo de sociedades prósperas, o en apariencia más equilibradas.
El 11M es una de sus consecuencias materiales. Entre los miembros activos de la nefasta invasión iraquí se contó la España de José María Aznar. Y no él ni los suyos, sino ciento noventa y dos muertos y cientos de heridos pagaron la factura hace diez años. La que pagamos ahora es aún mayor, porque abarca la pérdida de la salud y el progreso de millones de españoles, pese a que los mismos delincuentes y asesinos insistan en remitirnos al pasado y sus fantasmas, eludiendo responsabilidades. Otro de los tantos procedimientos culposos que ensaya a diario esta banda de estafadores políticos y delincuentes, obstinados falseadores de la realidad.

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