La caridad comprende una serie de procedimientos, varios de urgente necesidad, muchos de ellos tramposos.La reforma laboral en España, autoriza por ejemplo, el trabajo por horas o pocos días, a cambio de pagas irrisorias. No siendo exactamente caridad, esta modalidad se le parece bastante. Sus beneficiarios dudosos podrán comer engañando el estómago, y hasta pagar alguna pequeña factura de servicios básicos, sin abandonar la pobreza. Los partidos en liza el 25-5, no lo explicitan, pero dependen de los números de hacienda y el ministro Montoro, cuya mayor obsesión, coincidente con la del gobierno del que depende, radica en cumplir menesterosamente con el margen de déficit prometido a Bruselas, mientras ganan dinero los bancos, él mismo y sus amigos de bolsillo. Con la mayoría de gobernaciones y ayuntamientos en números rojos no parecen posibles las reformas que, por todo lo alto, anuncian los candidatos por las comunidades desde su propaganda electoral. Creo, por lo tanto, que Caritas y los comedores públicos tienen para rato auxiliando familias pobres, sin empleo, o semidesempleados sus integrantes, por labores sujetas, en la práctica, a la virtual mendicidad, y con antiguos derechos perdidos, que han vuelto a los patronos amos y señores feudales, a quienes los precarizados trabajadores de su industria o campo, deben besar el trasero, por un contrato con despido libre garantizado.
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