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viernes, 25 de julio de 2014

EL DESPRECIO OLIGÁRQUICO POR AMÉRICA LATINA


Al desprecio por los pueblos lo acompaña la infamia. La complicidad del pensamiento europeo, hoy dominante, con el Estado colonial israelí y sus genocidios en la Franja de Gaza es una de sus expresiones. Otra, menos visible aunque intermitente y perversa, lo resume el que muchos españoles, generalmente adinerados, manifiestan por los países de América Latina. Lo que la miserable esperanza Aguirre y el PP comentan tan despectivamente sobre Cuba y Venezuela, con independencia de las objeciones que puedan hacerse a sus gobiernos, destila tradición colonial. La misma casa, precisamente, con la política neoliberal dominante en  la Unión Europea, de la que el Estado Español es fiel representante desde la más abyecta servidumbre al Imperio Alemán y sus aliados. La mayoría de naciones del subcontinente han tomado saludables distancias del otro imperio, desarrollando otros enfoques económicos de integración social que disgustan, entre otros socios menores, habituados al saqueo y la depredación, a España. Durante el largo sueño de tan cruel despertar que supuso la Transición y, al tiempo que la mayoría de españoles ignoraban sus propios derechos, para ellos, cualquier país de Latinoamérica era un fenómeno remoto y semi desconocido, no el territorio que nos albergó, alimentó y educó a tantos inmigrantes, y exiliados (todos lo éramos en realidad) fugitivos del hambre y la represión franquista de posguerra. La temporal prosperidad europea, unida en nuestro caso a la forzada desmemoria, condujo a ignorar otras realidades Pues si el atraso de aquellas tierras duró dos siglos, mucho tuvo que ver la tosca y brutal colonización española y sus conquistadores sin escrúpulos, trasladando a sangre y fuego su esquema de terratenientes rentistas, vacas gordas y peones flacos. Veraz fue también el reemplazo de un imperio decadente por otro próspero que, aprovechando al máximo aquel esquema heredado, se apoderó de gobiernos serviles hasta la saciedad, masacrando e invadiendo como los anteriores filibusteros, lo que hiciera falta masacrar e invadir. Como premios consuelo llegaron desde el precario salvavidas cultural, los "Cervantes" y "Príncipe de Asturias", mientras durante veinte largos años las multinacionales locales aprovechaban las oportunidades a precio de saldo que, monstruosas dictaduras militares o demócratas al estilo de Menem, Fujimori y etc, ofrecían a nuestras florecientes empresas, asociadas a conocidos grupos económicos, nacionales y extranjeros.

Esto parece llegado a término, junto al hundimiento de nuestra propia economía. Es entonces, cuando a nuestros políticos oligárquicos les toca servir a Merkel y Obama, reavivando el orgullo imperial aquél, de un dictador genocida que nos prometía el oro, tratándonos como a los moros de su guardia; partidas de colonizados que acompañaban sus paradas ecuestres sin decir ni mu. Por fortuna, algo se está moviendo en esta visión arcaica del fenómeno latinoamericano. "Podemos" y su discurso lo revelan. Se acusa a sus líderes de concupiscencia con Maduro, Castro, Correa y los demás, mientras Aznar, Aguirre y los saurios restantes miman a gobiernos corruptos del narcotráfico, obedientes a Washington, festejando, muy en especial, a los de México y Colombia. Para ellos son paraísos en los que impera el Estado de Derecho. Es la democracia que rige aquí mismo, la del saqueo de los poderosos y la miseria subiendo como la espuma.

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