Antes de cumplir un año tarareaba canciones. "Será músico", decían en casa. Salí escritor, pero de los que superponen a un tiempo el pentagrama y los renglones.Hay entre ambos la musicalidad expresa, cuando las notas y el abecedario se conjugan, fundiéndose en los sentidos. La sensación de componer, desde sinfonías, óperas o música popular, a medida que los renglones de una novela o ensayo avanzan movimientos sobre papel en blanco, no tiene igual.
El cinematógrafo utilizó esta simbiosis entre relato y bandas sonoras que no nos abandonan, basándose en la literatura y los tempos musicales. Los grandes clásicos nos la brindan a espuertas. Desde Shakespeare a Borges, atravesando una vastísima cordillera de genios, fue así. Les lees, y nos acompaña su rica musicalidad hasta la última frase. Fueron los murmullos sonoros de la naturaleza los que precedieron el uso cotidiano de nuestras cuerdas vocales, los dibujos de Altamira, y la voluntad de testimoniar nuestra lucha por la vida a través de la palabra escrita. La fusión entre dos disciplinas artísticas, a las que se sumaron otras de primer orden, enriquecieron el espíritu humano y sus milenarios frutos culturales.
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