Linda estrategia. La de siempre, empleada por el Kirchner difunto y su viuda, actual presidenta argentina en doble turno. A cambio de silenciar el escándalo del vicepresidente crápula Bodou, íntimo de ella en el pasado, y pillado en casos de corrupción sujetos a instancia judicial, glorifican el hallazgo del nieto de la señora Estela Carlotto, sin duda alguna reparador del previo y largo latrocinio- tras asesinar en los años 70 a sus padres los militares genocidas, entregándolo a una familia adicta a ellos-, junto a la pelea con el infame juez Griesa y los Fondos Buitre. Muchos ven esto como una vulgar maniobra para sepultar la propia corrupción. En parte lo es. Los Kircher han sacralizado a las Madres de Mayo y sus colaterales, mimándolas con fondos públicos y puestos "de familia" en la administración. La corrupción y el soborno llegaron hasta allí mismo, tan campantes. La prueba evidente es la chaquetera Hebe de Bonafini, acusada de enriquecerse groseramente.
Desde Perón en adelante, y con algunas variantes, el populismo y sus huestes desarrollan estas habilidades, utilizadas a fondo por enemigos tan o más corruptos que ellos, sustituyéndoles luego en el poder, para completa desgracia del país.
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