Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 23 de abril de 2014

EL LEGADO DEL GRAN BARDO Y LA NOCHE MÁS OSCURA

        El Gran bardo en la única imagen que el tiempo rescató, de su paso como una de las mayores glorias  de este mundo

Cuatro siglos y medio atrás se despedía de este mundo William Shakespeare, legándonos un tesoro cada vez más actual sobre la naturaleza del poder y sus dramáticas consecuencias. 
Observo desde mi mayor pesadumbre lo que acontece en este lar donde nací, vecino a los Pirineos en su extremo norte, cuando no era reino, sino feudo del fascismo vernáculo, y a su sitial retorné siendo maduro, tras varias décadas de exilio involuntario.
Ya entonces se larvaban los gusanos que en estos tiempos mandan y ordenan. Era un proceso invisible ocultando un desarrollo precario vistiendo falsos oropeles. Hoy, la aparente superficie de las cosas desvela su verdadera entraña. El fascismo no había muerto, sólo se dio un respiro que devino pútrido aliento, contaminando vidas y heciendas como plaga bíblica, mientras ensaya voces e injusticias sumarias propias de una pesadilla.
Esta misma mañana, un espacio de "La Cuatro" me obsequió nuevos frutos podridos de su árbol, ya reseco, aunque todavía en pie.
Desde la TV observé al tribunal que juzga al valeroso juez Silva por supuesta prevaricación. Su Presidente evoca imágenes de la inquisición en gesto, figura y despótico afán, desde la defensa de alguien como el delincuente y virtual genocida Blesa, digno de un largo, larguísimo período carcelario.
En ese tribunal, una magistrada con el pasado inmediato contaminado por pertenencias indebidas, permanece allí, secundando la tremenda farsa.
Seguidamente, se emiten declaraciones del Jefe de Policía del PP, Ignacio Cosidó, echando culpas sobre un subordinado que cumplía órdenes suyas. También las de Arias Cañete, un chupóptero de la política y multimillonario, contaminado por el doble ejecicio de la ambición y sus regalías durante los últimas décadas, esquivando preguntas periodísticas incómodas. Es el candidato al nefasto Parlamento Europeo, sucursal ampliada del lobysmo continental. Ni allí ni en ningún otro sitio consumirá el barbado felón los yogures caducados que recomienda, sin vergüenza ninguna a sus compatriotas. De momento, ejercitando sus deportes favoritos acumula nuevos millones y coches de colección desde un país empobrecido a marchas forzadas.
Pero aparte de las declaraciones avergonzantes para el poder, de preferentistas estafados ante el tribunal que juzga a Silva y no a Blesa, tratado en el recinto exquisitamente por esos magistrados que imparten la injusticia, asoman las declaraciones del Borbón decrépito y falsario junto a la gárgola Wert, exaltando la "rebeldía" de Elena Poniatowska; como si en algún instante de su vida miserable, este entenado del dictador haya echo uso de la misma. Esta clase de sucesos infamantes se reiteran a diario desde hace tres calendarios, encapotando el cielo patrio.
Por suerte, en medio de esa, y otras muchas infamias de los que gobiernan y sus cómplices, el legado del Gran Bardo estimula renglones rebeldes de verdad. Son los que al fin abonarán, junto a acciones justicieras, los frutos del mañana. Si así no fuese, putrefacción, muerte y miseria anegarán la piel de toro hasta extremos desconocidos. Sin rebelión pronta, el porvenir derrama sobre quienes toleran el oprobio la amarga miel del ocaso. No lo digo yo, lo canta la Historia ensayando marchas fúnebres.
Y que no salgan ahora los demócratas de salón, perorando sobre los males de la violencia. Porque en la materia, ésta misma, la que aún no tiene condigna respuesta, es la peor de todas.

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