Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 21 de noviembre de 2012

RAJOY


No abundaré en detalles biográficos del personaje porque sobran en la red. Apuntar su bajo perfil y la gestión al frente del Ejecutivo es algo bien padecido por la mayoría de sus gobernados. Su condición de estafador político está fuera de toda duda.
Alcanzó La Moncloa (auxiliado por la capitulación del PSOE) merced a una serie de promesas que incumplió, una a una, y nada de lo que enuncia realizar, o no, tiene credibilidad a esta altura del partido. La voluntad de Angela Merkel es su oráculo, y al mismo hay que remitirse para saber qué recorte o confiscación nos dañará al día siguiente. 
En realidad, este registrador de la propiedad extendió a la política su profesión en la forma más devastadora posible. Trabaja para los bancos y el poder financiero universal, certificando nuevas parcelas en su esfera de dominio. Son las que resta a la mayoría de los españoles. 
En la historia personal de este padre de dos hijos, casado con una dama de familia acomodada, radican varios puntos oscuros. Tampoco me referiré a ellos, ni a las pálidas mujeres del gabinete, que controlan él y su virtual ama de llaves, Santamaría. Tampoco a su obra devastadora de la empobrecida clase media, sumando niveles de paro y desprotección social jamás vistos. Ellos señalan con elocuencia los frutos envenenados de una infausta labor.
Hay un detalle revelador de semejante personalidad destructora. Y nos la brinda José María Aznar en su libro de memorias. 
Habiéndole designado sucesor, una vez descartado Rodrigo Rato en las elecciones que luego dieron el triunfo al PSOE, le pidió guardar absoluta confidencialidad sobre el tema. Rajoy, que ya era hombre casado, preguntó entonces: "¿Se lo puedo contar a mi padre?".
Hijo meritorio, precisaba de figuras poderosas y dominantes para guardarles subordinación. Por eso era notario, además de un político devoto del Aznar de entonces. En reemplazo del ex, halló desde el poder la reválida, en Merkel y los dueños de la pasta. 
Ya en otros artículos hablé del complejo de castración que observaba en sus relaciones con la vida y la gente. 
Abrumado por otras fobias colaterales, no le tiembla el pulso a la hora de obedecer órdenes totémicas. provengan de Bruselas o la gran burguesía española, aquejada de hidrofobia ante la brutal crisis de la Eurozona. 
Su ausencia total de glamour-manifiesto en sus taras expresivas- y un liderazgo real, que sólo brota de un fuerte temperamento, permanece ausente. De ahí sus fugas de las comparecencias congresuales y las ruedas de prensa. Abrumado por esas tormentas interiores, es incapaz de ponerse en lugar de los que sufren. A la hora de sufrir, él viene a ser el primero. Los enfermos mentales e impedidos sufren. También los psicópatas. Tal consideración no le impedirá sufrir mayores desgracias el resto de su vida, en la Moncloa o fuera de ella. 
Para cualquier gobernante, dictador o no, el odio de su pueblo persigue sus días hasta la sepultura.
Y este escritor, créanme, le desea sinceramente que viva muchos, muchísimos años...

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