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sábado, 10 de noviembre de 2012

MI BUENOS AIRES QUERIDO...

La protesta civil inundó el centro de una ciudad que conozco bien. Fueron, dicen, cientos de miles. Pero las cacerolas que sonaron desafiantes ante un Gobierno contradictorio guardaron silencio en los barrios humildes. Las franjas alta y media de una clase próspera volvieron a posicionarse frente a un peronismo que, en aspectos recuerda al de la segunda etapa del primer Perón. 
No sólo en las prebendas que destina a los sectores más desprotegidos. La corrupción oficial y ciertas tendencias autoritarias provocan esta reacción, peligrosa por la ausencia de un ideario que zafe del liberalismo "republicano" que tanto recuerda a los opositores de 1955. A aspectos reinvindicativos ejemplares, como la Memoria Histórica, y otros asistenciales, el Gobierno de Cristina Fernández le opone la prepotencia de la mayoría absoluta obtenida en los recientes comicios (que ya no es tal, según las encuestas), junto a una política económica dirigista y errática, en la que campa la inflación, escamoteada en cifras oficiales. 
La misma jefa del Ejecutivo desbarra a menudo en público ejercitando un divismo insoportable y chusco, sin que la viudez ampare esa falta de seriedad, propia de una multimillonaria que se siente por encima del bien y del mal. Ese era el talante del Perón a punto de ser derrocado. Tal posibilidad no existe por fortuna en la Argentina. La desgracia es que, la perspectiva de que la señora, empecinada en imitar mal a Evita -que a diferencia de ella era pobre-, enderece el rumbo, es más bien remota. Su entorno físico y conceptual es de pobre factura moral e intelectual. Bonafini, D´elía y el elenco familiar de "La Cámpora", junto a los ministros complacientes y el siniestro Horacio Verbitsky, con toda la patulea desde "Página 12" (todos "nacionales y populares"), auguran un panorama sombrío en momentos que la crisis mundial arrecia. 
Pero si el pésimo entorno presidencial empeora todos los pronósticos, en el horizonte opositor también se repiten las chapuzas del 55. Gente como Macri, Carrió y Alfonsín jr. no son referentes de progreso social, ni garantizan el fin de la corrupción o el retroceso de la delincuencia y el crimen. Mucho menos el auxilio a las clases bajas. Es probable que la involuntaria muerte de Néstor Kirchner haya anticipado este mal pronóstico que se cierne sobre Argentina. Sitiada entre un populismo que no avanza, como en el caso de Brasil, hacia la socialdemocracia, y los neocón del liberlismo reaccionario. El drama real permanece anclado en la falta de recambio que conduzca al progreso. 
Las cacerolas que, en tal sentido tronaron en la noche de Buenos Aires, me recuerdan bastante a las de Chile en el ´73...

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