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domingo, 25 de octubre de 2009

LA MEMORIA POSTAL DE LA DERROTA Y EL CALVARIO POSTERIOR..


Hay labores de investigación que, además de hacer la luz sobre un apartado que la historiografía dejó de lado, son francamente desgarradoras y emocionantes.

El catalán Juan Carlos Bordes Muñoz ("Carles" para los amigos y todo aquel que tenga el placer de conocerlo) realizó hace unos años su tesis ( o tesina) doctoral con "El servicio de correos durante el régimen franquista (1976-1975). Depuración de funcionarios y reorganización de los servicios postales", realizada editorialmente hoy por la Fundación Francisco Largo Caballero.

Echando mano de la escasa y desordenada documentación existente sobre el tema, Carles desarrolla una obra maestra de la investigación a la que, en adelante otros autores deberán recurrir.

Un promedio de cuarenta renglones por página de entre las más de trescientos veinte, nos detallan lo que acontece en esa vital área, desde el arribo de la República hasta el inmediato posfranquismo, atravesando la Guerra Civil y con su resultado, el gólgota dictatorial, con quienes resistieron o se revolcaron -dentro y fuera del servicio postal- en las heces del régimen.
Los protagonistas en cada enfoque del vasto tramo histórico, son los empleados de correo; sus altos funcionarios, los meritorios y los espartanos carteros. Carles incide en el denuedo del personal sindicalizado en el campo republicano, y su trágico desbande, entre sumariados, encarcelados, asesinados, fusilados por los vencedores, fugitivos allende las fronteras u oscuramente radiados de su profesión.

La imperiosa necesidad de cohesionar la dictadura regimentando las comunicaciones fue asunto vital durante décadas. Por contra, los sueldos de los soldados rasos del buzón, resultaron los más miserables del Estado Español.

En todo el desarrollo del drama postal, es dónde la dimensión de la derrota a manos de la crueldad y el terror rebasa ampliamente la crónica, proyectándola al conjunto de los proletarios, asalariados y campesinos españoles, con familias rotas por los atroces resultados de las pérdidas y el exilio, o bien la sumisión, voluntaria o resignada.

Factor destacado en este largo recorrido por la penuria es la calidad literaria que Carles pone de manifiesto. Deviene notablemente funcional al relato y su progresión dramática. Es por eso que su libro se lee de un tirón; aunque como toda magna obra requiera otras lecturas que nos vayan aclarando aspectos que podamos haber descuidado, dada la cantidad de nombres y situaciones que el autor nos retrata, y el comprensible efecto de nuestra propia gula disfrutando el postre.

Conocer a Carles es la otra guinda del pastel que sus amigos nos reservamos. En mi caso y por circunstancias de tiempo, tardé en captarle. Dueño de una reserva que no omite la gentileza en el trato, predomina en él -como en todos los talentos genuinos- la humildad.

Pertenece a Sort, ex condado de los Medinacelli, y hoy enclave situado en el Pallars Sobirá leridano. Soltero comme moi, quizá ello explique en parte su potente celo investigador y extrema meticulosidad plasmándolo. Curiosamente, el experto en un tema que desarrolla las comunicaciones habla lo estrictamente necesario, y casi nunca en primera persona. También en la objetividad de su obra está presente el código empleado. Sucinto, preciso, objetivo, y por efecto del tema y su tratamiento, emocionante y desgarrador.

Le conozco hace más de diez años y recién supe que era doctor en Historia hace apenas dos (no porque lo dijera él). Ante mi insistente curiosidad, se avino a mencionar su tesis, de la que me anotició publicación hace unos meses.

Ayer nomás comentábamos con un amigo común las virtudes de esta masterpiece que nos restaura la memoria, y él me decía: "No hay otro como él en el Pallars. Aquí debieran poner su nombre a una calle".

Seguramente lo harán tarde o temprano. Y aunque no se avengan, la huella que deja hoy nuestro Carles será eterna para Sort, Catalunya y España.

Sort es un territorio afortunado, y no sólo por los sorprendentes enteros de "La Bruixa de Oro". Su Alcalde es de lo mejorcito que hay en Catalunya, y en el Instituto Secundario abundan los talentos. Desde el director (licenciado en Ciencias e Historia) en adelante, cuenta con una poetisa que dará que hablar y de la que sin duda alguna me ocuparé ni bien le editen su primer libro; un economista e historiador de enorme nivel y otros docentes que aman, sencillamente, lo que hacen. Esto es, educar, formar en valores, cultura y capacitación a los que mañana edificarán un país capaz de asumir el pasado.

Carles integra el citado perímetro. Si siempre me ha caído bien, desde ahora no puedo menos que admirarle; implícita reverencia que merece, más allá de sus amigos, y de quienes le han editado esta joya, digna de figurar entre los mejores trabajos de investigación que se hayan producido hasta hoy, alumbrando las espesas sombras que aún median entre nosotros y el dramático ayer.


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