España no es un país democrático. La farsa de serlo esconde lo que señala la más rigurosa verdad, registrada mediante corruptelas incesantes y crueles medidas contra gran parte de la poblaciòn. Muchos de mis compatriotas viven una autocensura espiritual y ceguera pràctica que heredan de la derrota republicana y el fanquismo buena parte de las actuales generaciones, de padres a hijos y de hijos a nietos. Durante décadas, en este desdichado territorio reinó el silencio de las pocas e insustanciales palabras referidas al dinero o asuntos propios del color gris de las familias sombrías, naturalmente acrítico. La ausencia de las ideas sociales derivó en el voto resignado del miedo, que hoy manda, pese a los saqueos permanentes del gobierno y la oligarquía, encarnada en el IBEX 35, fruto de la venta de las empresas estatales durante los gobiernos de González y Aznar, hasta desembocar en el actual, el peor y más horrendo elenco de todos.Sólo el miedo al porvenir y cualquier cambio social en el presente pueden deparar una partida de bandoleros semejante. PP, PSOE y C´s, la Grosse Coalition depredadora y voraz son mayorìa en las Cortes. Un ramalazo del infierno que ahonda el pedregoso sendero de este paìs, vasallo y fallido, al que no lo salvan ni las 300.000 personas que reclamaron fronteras abiertas anteayer en Barcelona.
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