Una mujer tenaz e indoblegable
No hay país ideal en que la injusticia social haya sido borrada del mapa. Algunos, situados al norte de Europa rondan la marca. Con Brasil sumo una nueva patria adoptiva y me gusta el camino que lleva. No es el ideal, aunque sí el posible, y con aspectos esperanzadores que no promete continuar un triunfo de la derecha en las elecciones del domingo. Por fortuna, el miedo a perder cambió de bando en los últimos días, disparando al PT y su candidata a la reelección. Analizar los recientes vaivenes en las pesquisas de IBope y DataFollha nos descubre variables que al fin aclara el propio electorado. En los últimos doce años millones de brasileños abandonaron la pobreza extrema, borrando al país del Mapa del Hambre Universal. Con la renegada Marina Silva muchos sufrieron una cruel decepción. Era peor que Aecio Neves en su obediencia a los bancos, los mercados y Washington. Si bien este último ganó algunos puntos de ventaja respecto del pasado inmediato, perdió varios en pocas horas tras la derrota personal en Minas Gerais, la región donde la familia del candidato perpetra sus pingües negocios, propios de una organización veladamente mafiosa. Detrás de su candidatura, movía los hilos económicos el establishment y su gran agente y public relations, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, viejo, pero no vencido y más neoliberal que nunca, pese a ser recordado no demasiado bien su paso por dos sucesivas presidencias.
Pese a que la vida suela darnos sorpresas, declaro no haberlas sufrido en los últimos veinte años en este campo de la política y la sociedad. Dilma vencerá de nuevo la conjura de los viejos intereses, travestidos de una modernidad que Aecio Neves, desesperadamente aferrado a su propuesta antiinflacionaria y de claros recortes sociales, no supo siquiera representar.
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