Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

lunes, 20 de julio de 2009

PAJARITOS Y PAJARRACOS 2 : EL BRUTAL CONTRASTE Y SUS CRONISTAS.

Un indio toba en su tapera chaqueña.

No por cierto el tabulado 40% de los argentinos pobres llegan a este extremo, aunque muchos se acercan peligrosamente.

En el ejemplar correspondiente de Página 12 el sábado, José María Pasquini Durán admitió el brutal contraste entre los ricos y los pobres de Argentina. Durante el menemismo, el personaje lonjeó reciamente a sus protagonistas. Hoy, al igual que Horacio Verbitsky, el oficioso Mario Wainfeld o Susana Russo cubre el ala "progresista" del kirchnerismo. De ahí que, si bien admite el aludido contraste social, acompañado por el quintuple abultamiento en la fortuna del matrimonio gobernante desde mayo del 2003 -calendario que inauguró el desembarco en la Rosada- hasta hoy, les obsequia desde su columna y bajo el título "Chamuyando", el siguiente ramo de olivo (destinado justamente a los moradores de Olivos).

"...Una de las frustraciones de estos seis años, sobre todo durante las vacas gordas, es que la distancias entre ricos y pobres se amplió en vez de achicarse y ahora mide más o menos tres veces el porcentaje que registraba durante el último gobierno de Perón, en los años ´70. Es posible que los presidentes (él y ella) no quisieran esa injusta distribución de la riqueza (el subrayado es mío), pero en su afán de crear una burguesía nacional que sustituya las transnacionales que coparon la economía en los años ´90, y la forma progresiva y lenta de trasladar beneficios a los más pobres, por vía de creación de empleos, dieran resultados distintos a los que anunciaron".

¡Cómo se puede ser tan chantapufi! Eso lo experimenta Pasquini en carne propia, yo se lo traduzco al criollo. Quizá tenga razón el tunante en una cosa: los kirchner no "quisieron" esa injusta distribución de la riqueza, ni tampoco una más justa. En realidad, les importaba un pepino todo el asunto.

Estaban centrados en utilizar el poder del Estado enriqueciéndose a espuertas en la mejor matriz menemista. Tal era el propósito, por cierto excluyente; si no, cabrá releer The Merchant of Venice para advertir hasta qué extremo llega el afán de acopiar bienes y fortuna en ciertos espíritus logreros.

En franca sintonía con las premuras de sus amos, Pasquini relaciona el peronismo de esta gente con el del "último gobierno de Perón", sin aclararnos a cuál de ellos (el del agonizante líder, el de Lopez Rega- Isabelita- Celestino Rodrigo, o quizá el de Mondelli- la susodicha y la CGT de los que "se borraron") remite el porcentaje comparativo entre pobreza y riqueza.
Más misterioso aún es lo de las "vacas gordas".

Que se sepa, en la Argentina creció el empleo y mejoró el desastroso cuadro económico heredado de la crisis del 2001. Pero los bajos salarios y la precariedad laboral en un concierto de vacas gordas y peones flacos, marcaron el fin de la nueva etapa al deteriorarse los términos del intercambio y caer los precios de la soja.

La evocación pasquiniana de Perón conectándola -pese a lo escrito- con los kirchner integra esta ponzoña subliminal que intenta colarnos.

Sin duda, y al igual que Feinmann, Verbitsky y toda la patulea representada por esta flexible socialdemocracia de origen montonero, ha encontrado la servidumbre ideal, o casi.

La acelerada erosión del modelo no le hará, de momento, perder la columna de opinión y cierta égida de virtual chancellor en Página 12. En cualquier caso, el remonte político de Pino Solanas y su troupe renovadora del modelo, le garantizan un puesto seguro en el poskirchnerismo.

Al menos, el intrépido Pino vive de sus películas, que pisan fuerte, no de culposas operaciones rentísticas de orden inmobiliario, históricas en Néstor, Cristina & Asociados.

No deja de ser un consuelo, aunque más modesto y adaptado a lo que se viene para cualquier habilidoso del "chamuyo".



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